sábado, 31 de diciembre de 2016

Nuestro Primer Aniversario !


Estimados lectores, nuestro blog San Carlos de Matanzas cumple este mes su aniversario. Tomamos esta oportunidad para reflexionar sobre nuestros logros y delinear planes para el año entrante. 

Grabado de la ciudad de Matanzas en las primeras decadas del siglo XIX. 

Este sin dudas ha sido un año productivo. Escribimos y celebramos logros e importantes fechas de la historia matancera, dejando margen para temas que se discutirán en el 2017. Escribimos sobre el Gran Hotel Paris, el Parque de la Libertad y trajimos noticias de los avances de la Oficina del Conservador de la Ciudad, sus logros en la Catedral y el Liceo-Sala White. Hablamos del Teatro Sauto y su arqueología, y celebramos personalidades como Carlos de la Torre, José Jacinto Milanés y Bonifacio Byrne.

Entre más, nuestros artículos científicos, fruto de varios años de investigación, vieron su publicación. Colaboramos con colegas del proyecto arqueológico Progressus, y con ellos creamos Progressus Heritage and Community Foundation, una fundación sin fines de lucro con la misión de contribuir a la educación y el desarrollo social de la comunidad a través de la investigación, preservación y manejo del patrimonio cultural y natural.

¿Logramos nuestra meta? Creemos que sí. Pero este no es un trabajo de un año, sino para toda la vida. Creamos este blog para abrir una ventana al pasado por donde puedan mirar todos, no solo los matanceros interesados, pues la historia de Matanzas es la historia de Cuba.

Esperamos publicar sobre temas que son de su interés en el nuevo año. Lo invitamos a participar en esta aventura al pasado. Déjenos un mensaje o una sugerencia en los comentarios. A través de nuestros proyectos, la fundación Progressus y la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, armonizamos contribuciones hacia la protección de nuestra historia y patrimonio donde todos pueden participar y contribuir.

No deje de leernos y de participar. Felices Navidades y Fin de Año. Que el año entrante nos traiga a todos mucho más éxito.


Cordialmente


Torre de la Catedral de San Carlos de Borromeo,
Ciudad de Matanzas, Cuba.
Grabado tomado de S. Hazard  (1873). Cuba with Pen and Pencil. 



martes, 27 de diciembre de 2016

El Primer Invierno- Matanzas, diciembre 1693


Es oficialmente inverno en el hemisferio norte y no dejamos de imaginar aquel primer diciembre en 1693, cuando comenzaron a vivir en tierras matanceras familias de inmigrantes procedentes de las Islas Canarias.

Varias familias fueron traídas, por orden del rey Carlos II a Cuba en 1689 para fomentar una villa entre ríos, al fondo de la bahía de Matanzas. La construcción de su iglesia trajo cierta seriedad al proyecto y la construcción del castillo de San Severino, con sus cañones, debía proteger la población, el comercio de la villa y la retaguardia de este crucial limite habanero.

Comarca matancera vista en un plano francés del siglo XVII.
Bibliothèque nationale de France, département Cartes et plans, GE SH 18 PF 144 DIV 7 P 1.
Autor: Pierre Lebret de Flacourt.

Ese primer invierno fue sin duda arduo y laborioso. La comarca se había fundado solo dos meses antes, apenas tiempo suficiente para que aquellas familias adquirieran algún tipo de comodidad en una tierra extranjera; sus casas seguro incompletas y expuesta a la merced de los elementos.

Cuenta José Mauricio Quintero, historiador matancero del siglo XIX, que “fabricaron sus casas de guano y con un barro amarillo y de muy bajo puntal, con horcones de madera dura y forradas de cañas de castilla...” (Quintero, 1878:16-17). En la zona habían numerosos bosques cuyas maderas sirvieron para erigir aquellas primeras viviendas. Las cañas, entre los arboles maderables y suelos arcillosos, comprendían la lista de materiales disponibles para aquellas primitivas construcciones. 

Aspecto idealizado de la joven ciudad de Matanzas plasmada en un plano de P. Le Courtois, en 1701.
Bibliothèque Nationale de France, département Cartes et plans, GE SH 18 PF 144 DIV 7 P 2 D

¿Habrán pasado frío en aquellas construcciones primitivas y rusticas?

Seguramente. Los inviernos del hemisferio norte fueron anormalmente fríos entre 1630 y 1760, durante un estadio que se conoce como “La Pequeña Edad de Hielo”. Los archivos climáticos e investigaciones en estos respectivos campos, como los de modelaje de clima basado en la variación de elementos biológicos, atmosféricos y meteorológicos, indican tres períodos críticos: uno de ellos desde 1650 hasta comienzos de 1700; justo cuando se funda la comarca. Estas temperaturas más frías no solo trajeron mareas más bajas en la bahía y noches mas frías, sino que también trajo aridez, afectando la vegetación, caza y pesca; todos vitales al sostén y el desarrollo de la naciente ciudad de Matanzas. 


Pero entonces, como ahora, la vida del emigrante fue dura y compleja. Todo lejano, a 150 años de convertirse aquella comarca en la pomposa Atenas de Cuba, reluciente en el siglo XIX.  

Gracias a tantos que la aman, Matanzas hoy se despierta y renace desde sus ruinas, contándonos un pasado riquísimo en historia. Debemos escucharla con todos los sentidos, proteger cada piedra, cada rincón, para no perdernos nada de tan rico patrimonio.


Vista de Matanzas desde La Cumbre. Grabado de mediados del siglo XIX.

Fuentes

Quintero y Almayda, J. M. (1878). Apuntes para la Historia de la Isla de Cuba con Relación a la Ciudad de Matanzas. Imprenta El Ferro-carril, Matanzas.


miércoles, 12 de octubre de 2016

Celebrando la fundacion de San Carlos de Matanzas

El 12 de octubre de 1693 quedaba oficialmente fundada la ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas. Ese día el obispo de Cuba, Diego Evelino de Compostela, celebraba la primera misa en el sitio donde sería levantada la primera parroquia de la naciente ciudad. Si bien es cierto que para estas fechas es que la urbe se constituye de manera oficial, desde mucho antes había asentamientos humanos en la zona.

Antiguo grabado del teatro Sauto (1863), construido
 en el centro de la plaza fundacional de la ciudad

La importancia del área se hace evidente desde el propio siglo XVI, cuando el comercio ilícito representaba un problema de alarmante frecuencia en una región que se encontraba muy próxima a La Habana. Un aspecto importante en el camino al establecimiento de la ciudad fue la toma de la llamada Flota de la Plata, procedente de Veracruz, el 8 de septiembre de 1628 a manos del corsario holandés Piet Heyn.


Grabado de la toma de la Flota de La Plata
en la Bahía de Matanzas

A pesar de quedar constituida la urbe en las postrimerías del siglo XVII, no es hasta el siglo XIX en que la ciudad alcanza un desarrollo importante debido al despegue económico generado en la región por la industria azucarera y los beneficios del puerto, recientemente habilitado al comercio mundial. De esta época son la mayoría de los edificios que se conservan en la actualidad. De los años de fundación solamente se conserva en pie el castillo de San Severino y las antiguas estructuras de cimentación de la primitiva iglesia de madera, recientemente descubiertas mediante excavaciones arqueológicas.

Excavación arqueológica en el sitio de la primera iglesia
 donde se aprecian los restos de los primitivos cimientos

El desarrollo económico mencionado tuvo una honda repercusión en la arquitectura, el progreso en el campo de la educación, de las ciencias y en el panorama cultural en general, lo que con el tiempo haría surgir uno de los sobrenombres más conocidos de Matanzas. La ciudad fue cuna de no pocos hijos prestigiosos de la nación cubana, además de acoger a otros tantos, nacionales y foráneos que no pudieron resistirse a los encantos de la ciudad custodiada por una india dormida.

Luz del atardecer dibujando la silueta de la loma El Pan

El propio siglo XIX marcó el fin de esa etapa dorada que sin dudas dejó una huella perpetua que se transmite a todo aquel que nace en la ciudad. Es una especie de “chovinismo”, como dijera un buen amigo, que caracteriza al matancero que se sabe heredero de un legado que representó lo más excelso de la sociedad insular decimonónica.

Hoy la ciudad cumple 323 años y, aunque con breves y superficiales palabras, no podíamos permitirnos pasar por alto fecha tan relevante. Muchas felicidades a nuestra ciudad, que en el contexto de tan difíciles circunstancias se mantiene en pie, resguardando en los oscuros rincones de sus añejados muros los secretos de un palpitar centenario.


Mediopunto enrejado de la puerta de acceso
al vestíbulo del teatro Sauto

Pero no solo la ciudad cumple años, lo hacemos todos los que tuvimos la enorme fortuna de nacer en este hermoso sitio, para ellos, estas palabras.

Felicidades a esos pocos que dejaron, y dejan, hasta los huesos en una victoria Pírrica, que tuvieron el valor y la cobardía de cortar el cordel que los hacía oscilar cual péndulo sobre el abismo de extensiones insospechadas; ya sea para acariciar los guijarros del lecho del río que discurre al fondo del cañón o para desterrar perpetuamente a la gravedad. No piensen que las dimensiones que nuestra limitada conciencia percibe, se levantan como obstáculos que nos impiden regar con nuestros manantiales lo más profundo de nuestra matriz, esa que despide un olor único cuando la lluvia de octubre salpica los centenarios adoquines y baña las hojas de alguna ceiba o flamboyán que creció junto a nosotros. No teman por el sano juicio de la mente y el alma si les parece escuchar, casi imperceptiblemente, al querido obispo Compostela bendiciendo un pedazo de tierra en un anfiteatro repleto de espectadores silvestres, o si pueden ver de soslayo a un tal Uribe y Ozeta con cordeles y una vara de madera en sus manos. Destierren al sobresalto que enceguece si escuchan el crepitar del hierro fundido, y al voltear la mirada, el señor Benavides se escurre a través de una lengua de agua dejando atrás mucho más que un tesoro a su suerte. Tiemblen de orgullo si la luz que se nos escapa a casi todos, ilumina el paisaje donde un filantrópico doctor contempla junto a un escuálido italiano como alzan los vibrantes sillares (sobre la plaza del Almirante) que nos muestran la frontera de toda conceptualización, capaz de separar las mandíbulas del propio Hiram Abiff.

Es posible correr junto al viento que arrastra el polvo y las hojas secas, es posible cabalgar sobre él y guiarlo a nuestro antojo, y depositar nuestras cenizas eternas sobre los muros cimentados en nuestro espíritu bipartido temporalmente. No intenten jamás curar sus heridas dejando al inconsciente la colonización de las dagas, no! Sangren y retuerzan su cuerpo de dolor, hundan los dedos en la tierra que sostiene esta prisión y rindan el tributo más preciado a aquello que jamás clavara las espinas de sus vertebras en nuestra carne. No sostengan nunca los trozos del alma que se desploma cuando un ladrillo se hace añicos sobre el asfalto, no permitan que mueran las raíces de esos árboles que se escurren por entre las fisuras. Disfruten a plenitud ese enorme privilegio que nos fue otorgado desde hace milenios cuando vimos la luz primera en el umbral del vientre del alma del planeta, único sitio donde nuestros sentidos son acariciados por un palpitar antiguo y eterno, a donde regresaremos un día para devolvernos a la génesis de nuestra Matanzas, que hoy cumple 323 años. Felicidades a todos los privilegiados que comparten el polvo de nuestra Atenas.

 

martes, 16 de agosto de 2016

Celebrando los natalicios de José Jacinto Milanés y el Puente Sánchez Figueras


Matanzas es la ciudad de los sobrenombres. Entre los más significativos se encuentran La Atenas de Cuba, calificativo al que contribuyeron sus poetas; y la Ciudad de los Puentes dado el gran número de estas construcciones que fue necesario construir para sortear las barreas que representaban los ríos que la atraviesan. Hoy celebramos dos acontecimientos relacionados con ambos sobrenombres, el natalicio de nuestro poeta romántico por excelencia José Jacinto Milanés y Fuentes, y el centenario de la fundación del Puente Sánchez Figueras, el cual une la barriada de Pueblo Nuevo al antiguo mercado de la plaza por la Calzada de San Luis y viene a constituir el quinto puente centenario que se conserva en pie dentro de la urbe.

José Jacinto Milanés, reconocido poeta matancero
del siglo XIX.


José Jacinto Milanés nació un 16 de agosto de 1814 en nuestra ciudad de Matanzas. La familia de su padre era oriunda de Bayamo y la de su madre de la propia ciudad yumurina. José Jacinto fue un joven de rendimiento escolar deficiente, pero de gran capacidad autodidacta y poliglota. Desde joven demostró una sensibilidad romántica que llamo la atención de Domingo Del Monte. La biblioteca y tertulias de Domingo Del Monte proporcionaron un ambiente de nutrición intelectual para el genio de Milanés. Fue Del Monte quien capto su talento, y bajo su patrocinio, José Jacinto desplegó a plenitud su capacidad.

Estatua conmemorativa a José Jacinto Milanés,
en la calle que lleva su nombre. 


Es bajo el auspicio de Domingo Del Monte que José Jacinto público su primer poema en la revista literaria Aguinaldo Habanero, en 1837, y luego su obra maestra “El Conde Alarcos” en 1838. Esta última atrajo atención nacional y se estrenó en el Teatro Tacón de La Habana, donde el mismísimo Tacón fue parte de la audiencia. Del Monte lo calificó como “…el primer escrito en Cuba por un cubano en que se descubre genio…”

A estos le siguieron poemas y obras románticas con sensibilidades históricas y temas de libertad como “La Fuga de la Tórtola”, “Por el Puente o Por el Río” y “De Codos en el Puente”, temas que enlazan a José Jacinto Milanés con nuestro entorno natural de ríos y puentes. 


Puente justo antes de inaugurarse, 1916. Nótese que su precursor de madera aun es visible detrás.
Fuente: Matanzas en el Visor del Tiempo (vol. 2), 2015.


Retornando al tema de puentes, el de San Luis o Sánchez Figueras, fue inaugurado exactamente cien años atrás, un día como hoy de 1916. Su ingeniero fue Armando Macías López y su constructor Conrado Martínez, los cuales depositaron en el puente los avances de ingeniería como la fundición del arco, obra que se ejecutó en abril de 1916. Este puente es una obra notable por ser el primer puente de hormigón de la provincia y el segundo de la Republica. Además, increíblemente fue ejecutado en solo nueve meses, desde noviembre de 1915 hasta agosto de 1916.


Puente Sánchez Figuera en abril de 1916. Fuente: Matanzas en el Visor del Tiempo (vol. 2), 2015.


Hoy la ciudad celebrara su centenario, justo en el puente. Las celebraciones son dirigidas por los arquitectos matanceros Dr. Luis Gonzalez Arestuche y Ramón Recondo Pérez, con la ayuda de la oficina del Conservador de Matanzas y la dirección de Leonel Pérez Orozco.

Dia de inaguracion del puente el 16 de agosto de 1916. Tomado de “Matanzas en el Visor del Tiempo” (vol. 2).

Nos enorgullece ver a Matanzas revivir y celebrar su historia y patrimonio.

¡Felicidades!



Fuentes tomadas de nuestro libro “Matanzas en el Visor del Tiempo” (vol. 2) Leonel P. Orozco, Luis R. González Arestuche, Johanset Orihuela, y Ricardo Viera. 2015. Editorial Universitaria Félix Varela, La Habana.

domingo, 17 de julio de 2016

In Memoriam: Juan Cristóbal Gundlach (1810-1896)


Johannes Cristoph Gundlach, o Juan Cristóbal Gundlach, como fue conocido en nuestra lengua, fue un distinguido naturalista alemán del siglo XIX que residió en Cuba por medio siglo, y en especial en la región de Matanzas. 

Gundlach es uno de los padres de las ciencias naturales en el Caribe. Entre ellas, se destacó en el estudio de las aves, mamíferos, moluscos y crustáceos cubanos. Sus contribuciones, todavia hoy, son sumamente relevantes. Los especímenes que colectó, estudió y describió de los alrededores matanceros en sus múltiples monografías e investigaciones, son tema de citas obligatorias por los zoólogos y paleontólogos. Su contribución a estas ramas de la ciencia son todavia insuperable. Docenas de especies cubanas hoy llevan su nombre. 

Este post es en honor a la vida de este naturalista tan importante para nuestra historia, quien es inspiración para tantas generaciones de científicos. 



Johannes Gundlach nació en la ciudad Kessel (Hesse), Alemania, el 17 de mayo de 1810. Vivió la mayoría de su juventud en la ciudad de Marburgo más al sur, en las cercanías de Frankfurt, donde su padre fue profesor de Física y Matemáticas de la universidad homónima. En su adolescencia comienza a interesarse por las ciencias naturales y la taxidermia (el arte de embalsamar), arte y técnica que aprendió de su hermano Enrique, quien era estudiante de medicina en aquella época. Para entonces, el joven Gundlach ya estaba matriculado en la catedra de Zoología de la Universidad de Marburgo, de la cual recibe un doctorado en Zoología en 1837. Este interés lo llevó a los campos alemanes donde cazaba y montaba especímenes. En una ocasión su escopeta se dispara accidentalmente en su cara. Gundlach sobrevive el accidente pero pierde para siempre el sentido del olfato. 

En 1839 llegó de pasada por Cuba en camino a Surinam por invitación de un colega, donde iría a colectar especímenes. Junto con él venían otros dos distinguidos naturalistas alemanes, Eduardo Otto y Louis Pfeiffer. Sin embargo, al enterarse que su colega fallece decide quedarse en Cuba, isla con la que comenzaba a enamorarse. 

Aquí comienzan los lazos de Gundlach con nuestra ciudad de Matanzas. Ese mismo año, Carlos Booth, un hacendado matancero, lo invita a visitar sus cafetales localizados en las afueras de la ciudad de Matanzas. Uno de estos es el Cafetal Fundador de Canímar, en el lado noreste del río Canímar. Allí Gundlach descubre y describe cinco especies de murciélagos y al pájaro mosca Mellisuga helenae, el cual nombra en honor a la Sra. Helena Booth por su hospitalidad. Esto se publica entonces en la obra del gallego Juan Lembeye Las Aves de Cuba (1850). Todas estas especies no solo resultaron ser nuevas para la ciencia, sino que también endémicas de Cuba; únicas a nuestro archipiélago. 


El Dr. Gundlach viajó por toda Cuba, incluyendo además otras islas del Caribe como Puerto Rico, pero Matanzas fue folcrum. Visitó extensivamente la Ciénaga de Zapata donde colectó al gran guacamayo cubano Ara cubensis, siendo el último científico en Cuba en hacerlo.

Gundlach fue reconocido por sus buenas observaciones en el campo y su maestría en la taxidermia. Sus especímenes aún se conservan en múltiples museos del mundo. Muchos de ellos formaron parte de un museo que el mismo montó en Matanzas entre 1842-1852. Participó en varios eventos internacionales donde expuso su colección, como la Exposición de Matanzas (1881), y varias en París, donde compartió y colaboró con Felipe Poey y Carlos de la Torre. Además, mantuvo correspondencias con otros científicos importantes de su época, como Dr. Lawrence, William Sharp, Ramón de la Sagra, Juan Lembeye, Wilhelm Peters y William McCleay, por no hacer una lista exhaustiva. Sus amigos lo describían como un hombre tranquilo, observador, callado y gentil.

Desafortunadamente, el prolífero Dr. Gundlach, después de medio siglo de residencia en Cuba, fallece enfermo en la Habana, el 15 de marzo de 1896. Hoy sus restos descansan en el Cementerio Colón, en el seno capitalino desde donde pronto sera recolaizados a la Atenas de Cuba.



domingo, 26 de junio de 2016

El Gran Hotel Paris: 1902-1962


Las ruinas de El Gran Hotel Paris se encuentran localizadas en la amplia calzada de Tirry, donde hoy el recuerdo de épocas pretéritas se aferran a las paredes, a su patio andaluz y a su magnífica escalera de hierro para no sufrir el olvido.

Un enfoque en el pasado y el presente del Hotel Paris en Pueblo Nuevo, Matanzas.

El hotel fue reconocido en su época por sus platos deliciosos de langostinos y nombrado por la población como el “Hotel de los Presidentes”, ya que por tradición todos los presidentes de la Republica, excluyendo a Prío Socarras, se hospedaron allí. Propagandas de entonces le anunciaban de “sitio fresco, saludable, y con el mayor tránsito interprovincial” sin dudas a causa de su estratégica localización en la Calzada de Tirry (1).



El terreno del hotel fue propiedad del irlandés John Daly, quien construyó una casa allí entre 1882 y 1884. En 1884, compra un solar de cuartos de madera y tejas anexo a este terreno (2). Ese mismo año obtiene permiso para construir un edificio de dos pisos. Estas propiedades ocuparon los números 58 y medio hasta 60 (3).

Vista antigua y actual del Gran Hotel Paris
 (tomado de nuestro libro "Matanzas en el Visor del Tiempo")

Después de la muerte de Daly en 1886, Lorenzo Zabala, propietario del Hotel La Lonja, aledaño al lote del Hotel Paris, compra el terreno y sus propiedades. Zabala unifica todo el complejo de la fachada juntando las tres edificaciones que existían en ese lado de la calzada en 1888, resultando más o menos en el edificio que aún está allí hoy. Entre 1919 y 1931 la heredera de Zabala, doña Florinda Zabala y Alcina, hace una anexión, ampliando una vez más el terreno (1). Desde entonces, según el arquitecto matancero Ramón Cotarelo, el Gran Hotel Paris cubre 3 edificios de la calzada (2, 3).


Hotel Paris en los 1950s

 El hotel aparece por primera vez en el directorio de 1902. Como características arquitectónicas de interés tuvo, y aún conserva en parte, un patio morisco central estilo andaluz, pisos de mosaicos, azulejos con rosas, buzón en forma de león, puertas y persianas al estilo francés, lucetas de cristal, un letrero de gres cerámico sobre piso de granito y escalera principal de hierro fundido en la cual se aprecia una rejilla de medio punto donde se lee la inscripción del año 1888.


Vistal postal de 1914, mostrando el patio interior estilo Andaluz del Hotel Paris

Desafortunadamente, desde su cierre en 1962, el hotel se ha ido desvaneciendo paulatinamente tanto físicamente, como de la memoria de la población y su estructura presenta un estado deplorable y triste. Sin embargo, sus paredes aun retienen el leve recuerdo de tiempos pasados.




Referencias

1. El Gran Hotel Paris en Matanzas City.org
2. Weiss, Joaquin E., 1972. Arquitectura Colonial Cubana. Instituto Cubano del Libro, La Habana.
3. Cotarelo Crego, Ramon. 1970. Matanzas en su Arquitectura. Letras Cubanas, La Habana.
Arestuche, L., L. P. Orozco, J. Orihuela y R. A. Viera. 2014. Matanzas en el Visor del Tiempo. Felix Varela, La Habana.

domingo, 15 de mayo de 2016

In Memoriam: Carlos de la Torre

Un día como hoy en 1858 nace en la ciudad de Matanzas el ilustrado científico Carlos de la Torre y Huerta, quien fuera un eminente naturalista y profesor por excelencia. Dedicamos este post como tributo a su vida, su enorme dedicación a las ciencias y su legado, que aún hoy inspira a generaciones de científicos y naturalistas.


El ilustre científico Carlos de la Torre y Huerta, ambrotipo de finales del siglo 19.

Su madre fue Rosa de la Huerta y Escobar y su padre Bernabé de la Torre y Fernández. Asistió al colegio matancero “La Empresa”, dirigido por los eminentes hermanos Guiteras, donde su padre fungía como profesor.

Desde temprana edad Carlos demostró una curiosidad extraordinaria y un excelente potencial por las ciencias naturales. Mientras era estudiante del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, en 1871, fue alumno del suizo Guillermo Gyssler, quien le enseñó taxidermia o el arte de embalsamar. Es aquí donde conoce a don Francisco Ximeno y Fuentes, erudito bibliófilo y filántropo de la elite matancera, quien toma interés por el joven Carlos. Don Jimeno, o Ximeno como muchas veces aparece, le brinda acceso total a su biblioteca y colecciones, alimentando el curioso intelecto del joven Carlos por las ciencias. Esta relación fomentó la pasión y predisposición de Carlos, a quien ya para ese entonces se le concia como “el sabio sin canas”, debido a su avanzado conocimiento.


Don Francisco Jimeno y Fuentes, erudito matancero (izquierda), y el Dr. Felipe Poey (derecha).


En 1874 comienza sus estudios de Farmacología en la Catedra de Medicina de la ya prestigiosa Universidad de la Habana (fundada en 1728). Allí conoce al Dr. Felipe Poey, considerado como el padre de las ciencias de Cuba; el joven Carlos contaba solo con 16 años. Bajo la tutela de Poey y Ximeno ensambló sus primeras colecciones de especímenes naturales, incluyendo fósiles y moluscos, los que exhibió en el nuevo colegio de su padre “Los Normales”. Problemas económicos le hacen abandonar sus estudios en 1876 para convertirse en profesor de la Escuela Normal. Allí da conferencias y clases sobre la nueva teoría de la evolución postulada en 1859 por Charles Darwin, y sus descubrimientos en el mundo de la paleontología.


Dr. Carlos de la Torre (izquierda), Dr. Luis Montane sosteniendo el craneo de Antonio Maceo (centro),
y J. R. Montalvo en 1900. 

En 1879 regresa a la Universidad de la Habana para resumir sus estudios, graduándose el 22 de septiembre de 1881. Ese mismo año, y junto a al Dr. Poey y el Dr. Johannes Gundlach, exhiben sus colecciones en la Exposición Internación de Matanzas. Sus avances le permitieron obtener su doctorado en 1883 de la Universidad Central de Madrid, España, donde su disertación se trató sobre la distribución geográfica de los moluscos terrestres de Cuba.

Viajó el mundo asistiendo a congresos y colaboró con centenares de científicos de su época, incluyendo importantes figuras como Luis Montané, Thomas Barbour, Rodríguez Ferrer, Fernández de Castro, Antonio Parra, Diller Matthew y Joseph Leidy. Sin duda, influyó de manera determinante en el pensamiento de muchos de sus estudiantes, algunos de los cuales se convertirían en personalidades de nuestra historia, como el caso del que fuera luego historiador Carlos M. Trelles Govín. 
Enseñó Anatomía Comparativa en la Universidad de la Habana e Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza en San Juan, Puerto Rico, entre 1882 y 1885. Además de su probada sapiencia demostró ser un magnifico orador y un hombre de gran versatilidad al incursionar en la política durante los primeros años de la Republica al lado del Generalísimo Máximo Gómez.


Don Carlos de la Torre con un esqueleto de Megalocnus rodens
 dedicada al matancero Carlos Trelles.

Durante los últimos años de su vida, en los que todavia permanecía activo, tomó la posición de Felipe Poey como rector de la Universidad de la Habana. Don Carlos de la Torre murió tranquilamente el 19 de febrero de 1950. El Dr. de la Torre fue un hijo distinguido de la educación y cultura de Matanzas; sobresalió por su devoción al conocimiento científico y sus esfuerzos por expandir la comprensión sobre su país y su gente. Entre sus aportes destacan las investigaciones sobre el desdentado gigante de Cuba (Megalocnus rodens) y la fauna Jurásica de la isla, solo conocida hasta ese momento en la formación San Cayetano en Pinar del Rio. Llego a participar en el estudio realizado a los restos del general Antonio Maceo y contribuyo de manera importante a la expansión del conocimiento de la Arqueología, la Geología y la Paleobiología antillana. Su muerte marcó el final de la primera etapa dorada de las Ciencias Naturales en Cuba.

Basta una rápida mirada a la obra de Don Carlos de la Torre para sentir una profunda admiración. En su antigua casa de la calle Rio no. 37 radicó la escuela primaria Julio Pino Machado, a la que asistimos muchos de nuestra generación en los años 90 del siglo XX. Allí aún es posible viajar al pasado cuando ignoramos el tiempo y compartimos el mismo espacio que ocupara uno de los más prominentes hombres de ciencia que han nacido en suelo cubano, orgullo de nuestra isla y particularmente de aquellos que llevamos sobre la piel el mismo polvo y las mismas luces que solo pueden hallarse allí, en nuestra Atenas.


Antigua casa de don Carlos de la Torre, en Calle Rio no. 37 (anos 1940s).

El legado de don Carlos de la Torre trae a la mente una cita de José Ingenieros:

“La vida vale más por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor un ideal”


Fotografía de don Carlos de la Torre en los años cuarentas, tomada en el Smithsonian.


Referencias

Mucha de esta información fue extraída de la obra “Don Carlos de la Torre en las Instituciones de Matanzas (1959) de Luis Rodríguez Rivero, secretario del Liceo de Matanzas, y la obra “La Ciencia en Cuba” (1928) de José Manuel Carbonell y Rivero. Como suplemento se extrajeron los datos de su doctorado del Archivo Nacional de España: ANH, Universidades, 6226, Exp. 8 y ANH, Ultramar, 262, Exp.22.

Carbonell and Rivero, J. M. 1928. La Ciencia en Cuba. Evolución de la Cultura Cubana. Montalvo y Calvo, La Habana.

Rodríguez Ferrer, M. 1876, Naturaleza y Civilización de la Grandiosa Isla de Cuba. Primera Parte: Naturaleza. Imprenta J. Noguera, Madrid.

Rodríguez Rivero, L. 1958. Don Carlos de la Torre en las Instituciones de Matanzas. Ateneo de Matanzas, Matanzas, Cuba.

Torre y Huerta, Carlos de la. 1909. Excursion cientifica a Vinales, descubrimiento de ammonites del periodo Jurasico en Cuba. Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Fisicas, y Naturales de la Habana: 99-103pp.

Torre y Huerta, Carlos de la. 1910. Excursion a la Sierra de Jatibonico: Osamentas fosiles de Megalocnus rodens o Mymoprhus cubensis. Sesion del 10 de junio de 1910. Imprenta Militar, La Habana


miércoles, 6 de abril de 2016

Aniversario 153 del teatro Sauto


Imagen del teatro tomada en 2012
El teatro Sauto quedó oficialmente inaugurado el 6 de abril de 1863 bajo el nombre de teatro Esteban, en  honor al Gobernador de Matanzas Don Pedro Esteban de Arranz. La ciudad contaba desde años antes con otros espacios destinados a la representación teatral, donde el teatro Principal constituyó el sitio más importante. Para mediados del siglo XIX este lugar no era capaz de cubrir las necesidades culturales de la ya poderosa e ilustrada sociedad matancera, razón por la que se convoca a un concurso en 1858 donde serían presentados los proyectos del nuevo teatro. La comisión encargada selecciona finalmente el proyecto presentado por el arquitecto italiano Daniel Dall’ Aglio. La construcción comienza en 1860 y estaba proyectada para finalizarse en 1862, razón por la cual esta es la fecha que aparece en los arcos de metal que se encuentran en las puertas de acceso al vestíbulo.
La sala vista desde el escenario

El día de la inauguración la capacidad del edificio estaba totalmente abarrotada, incluso muchas personas tuvieron que permanecer de pie. Entre la nutrida concurrencia había personalidades de la distinción del Capitán General Domingo Dulce, quien acudió acompañado de una numerosa comitiva. A partir de esta fecha el teatro se convirtió en un importantísimo espacio donde actuaron figuras de renombre nacional e internacional. Por sus tablas desfilaron artistas de la talla de José White, Miguel Failde, Sarah Bernhardt, Adela Robreño, Adelaida Ristori y Marietta Gazzaniga.

Arco de metal sobre la puerta principal


Con el fin del dominio español en la isla se decide cambiar el antiguo nombre del teatro y rebautizarlo con el de Sauto, merecida distinción que se hacía con aquel que tanto tiempo y dinero de su fortuna personal dedicara a levantar el sueño de los matanceros de entonces.
Vista parcial de la sala antes del cierre del teatro en 2009
Actualmente el edificio permanece cerrado desde 2009 a causa de una reparación capital. La dirección y las oficinas del Conservador y el Historiador del teatro han sido claves en los esfuerzos para que durante el actual proceso se preserve la originalidad del edificio y se reconstruya debidamente lo que esté irreversiblemente deteriorado. No obstante, compartimos la idea de que muchas de las ejecuciones realizadas no han contado con la calidad necesaria y se han sustituido otros elementos innecesariamente. Como quiera que sea, el teatro lleva más de 6 años cerrado al público, más del doble del tiempo que tomó construirlo. El pueblo matancero se impacienta por ver concluida, eficientemente, una reparación que se ha prolongado demasiado; y es que no estamos hablando de un edificio cualquiera, nos referimos al teatro Sauto, nuestro teatro, ese inmenso símbolo de la cultura cubana que hoy cumple 153 años y que es parte insoslayable en el paisaje de la vida de cada matancero. 

Detalle de la fachada posterior



viernes, 25 de marzo de 2016

Matanzas de Ayer y Hoy: Calzada de Tirry


Calzada de Tirry y calle de San Francisco, Pueblo Nuevo. 


Esta es la intercepción de la Calzada de Tirry y la calle San Francisco, en Pueblo Nuevo. Ambas fotografías están tomadas desde el mismo sitio y en ellas aparecen conocidos edificios como el antiguo Hotel París (al fondo a la derecha) y el inmueble que ocupa la Casa de Cultura Bonifacio Byrne, justo enfrente del anterior. La imagen moderna fue capturada en el año 2015, mientras que la antigua pertenece a algún momento de la década de los años 50.

La Calzada de Tirry es una de las arterias principales de la circulación de nuestra ciudad, junto a la Calzada de San Luis (antigua Calzada de Campuzano) y la Calzada de Esteban (Antiguo Camino Real de San Juan). Las dos primeras comunican, a través de sus respectivos puentes, la barriada de Pueblo Nuevo con la Matanzas intraríos. La última es la vía de enlace más importante que tienen los neopoblanos con el barrio de La Playa. La calzada en cuestión es nombrada en honor de Juan Tirry y Lazy, gobernador de la ciudad entre los años 1815 y 1820.

A partir de 1812 se comienzan los primeros intentos, aunque fallidos, por abrir una calzada que uniera la parte antigua de la ciudad con los terrenos al sur del río San Juan. Unos años después, en 1820, se consigue finalmente la construcción de la calzada bajo la dirección de Miguel Belismelis y el ingeniero Don Juan de Mena, quien participaría mas tarde en los trabajos para abrir el camino de San Pedro (hoy conocido como Belismelis) y la Calzada de Playa de Judíos, durante la segunda mitad del siglo XIX.

El desarrollo económico que experimentó la ciudad durante el siglo XIX se vio reflejado en la solidez y buen gusto de su arquitectura. A lo largo de toda la calzada de Tirry comenzaron a levantarse numerosos edificios que aun hoy se mantienen en pie. Entre los más notables se encuentran el Hotel París, el Nuevo Ateneo y la Estación del Ferrocarril de Sabanilla, magnífica construcción proyectada por el arquitecto Manuel José de Carrerá. De igual forma distinguidas personalidades se instalaron en residencias abiertas hacia la calzada, como el caso de la poetisa Carilda Oliver Labra, que habita una casa obra del genial arquitecto Pedro Celestino del Pandal.




Firma del gobernador Juan Tirry y Lacy en 1798
(tomado de AGI/Estado, 16, no.16 "Comision del Conde Mompox)

Fuentes


Alfonso, P. A. 1854. Memorias de un Matancero. Imprenta Marsal y Ca., Matanzas, Cuba.

Archivo Histórico Nacional de España (fondos en Ultramar 57 y 1460), y Archivo General de Indias (fondos: Fomento de Cuba).

Archivo Histórico de Matanzas

Arestuche, Luis, Leonel P. Orozco, Joha Orihuela, y Ricardo Viera (2015). Matanzas en el Visor del Tiempo. Editorial Félix Varela, colección Sagebien, La Habana, Cuba.

2012. Las Villas y Matanzas: Guía de Arquitectura y Paisaje. Junta de Andalucía, Sevilla-Santa Clara.

                                                          

domingo, 20 de marzo de 2016

Leyendas Matanceras: La Gaviota del San Juan


Aquí compartimos esta leyenda tan interesante y enigmática escrita por Américo Alvarado Sicilia en su obra “Siete Leyendas Matanceras”, reproducida en el sitio web Cubagenealógica.

Esta leyenda está enmarcada en las postrimerías de los años 1700s y está considerada por Alvarado como una de las más antiguas de la localidad. La misma constituye un interesante legado que tiene su origen en las tradiciones heredadas de los miles de negros esclavos que vivieron y murieron en Cuba durante todo el periodo colonial.



["Matanzas a sido dotada de una maravillosa naturaleza, nuestros paisajes sobresalen por su belleza y singularidad, rodeada de cuevas, valles, costas acantiladas y caudalosos ríos, se destaca entre estos últimos, el San Juan, impresionante arteria fluvial que recorre la ciudad alimentado por más de 50 potentes manantiales y que divide a la urbe en 2 barrios populosos, Matanzas propiamente dicha y Pueblo Nuevo; adornan este río hermosos puentes que comunican un barrio con otro, semejando un canal veneciano.

En el escenario de este río, el amor, el misterio y la maldad humana se dieron cita una primavera de 1795. Por aquella época Matanzas era una pobre aldea de no más de 10 mil habitantes, la rivera norte del San Juan estaba poblada de casitas pobres ocupadas por pescadores, y negros libertos. En una de ellas vivía Mª Teresa, una negra vieja que había sido esclava de Don Sebastián, un poderoso hacendado que, habiendo tenido amores con su bella hija mulata, confiaba el fruto de sus desvaríos a esta, manteniendo todo en secreto .

La niña se llamaba Julia Rosa, era de una belleza delicada, su piel de seda canela, de rostro lindo y subrayado por la perfección de dos ojos verdes que irradiaban luz de alegría de sus 16 años. Las habladurías se habían incrementado al verse que Don Sebastián también tenía los ojos verdes, y que despedían fuego cuando alguien se atrevía a comentar algo de los habitantes de la casita del río. Esto bien lo conocía su hermana mayor Rosario, que no veía con gusto que la vieja Mª Teresa viviera fuera de la casona de la calle Ricla, donde ella podía gobernarla a su antojo y ocultar mejor el secreto de su hermano.

La verdad era que Doña Rosario se daba perfecta cuenta de que aquella situación mantendría vivo el escándalo provocado cuando la hija de Mª Teresa pariera una niña casi blanca de ojos verdes y muriera de parto, muerte que Don Sebastián lloró en público el día del entierro. Además siendo ella viuda, los temores de un reparto de herencia la mantenían en guardia contra todo lo que pudiera afectar sus intereses y los de su hijo Felipe, gallardo joven de 25 años que ella aspiraba a ver casado con una rica heredera.

La noticia llegó por dos vías, la supo Don Sebastián en la plaza de la vigía por boca de Don Pablo García; y Doña Rosario al salir de misa por conducto de Doña Elvira; la noticia era sorpresiva, revelaba que Felipe desde hacía dos semanas era visita diaria en la casa de Mª Teresa junto al río San Juan.

Doña Rosario vislumbró todo el drama, Felipe y la bella mulata Julia Rosa eran novios, ese peligroso amor había que acabarlo de inmediato, una tarde que Don Sebastián y Felipe estaban en una de sus fincas del valle de Yumurí , recibió a Tata Mongo el viejo esclavo brujero que podía resolver este peligroso asunto, Tata le confeso a Doña Rosario que el tenía los secretos que trajo de áfrica ,el podía hablar con sus dioses y los espíritus de sus jefes brujos y obtener favores para resolver cualquier problema, Doña Rosario pagó a Tata Mongo y con una mirada cómplice despidió al esclavo.

Ya declinaba el sol cuando Tata Mongo llegó a la casita de Mª Teresa con un misterioso dulce de Coco para Julia Rosa. La vieja abuela había ido ayudar a una mujer que estaba teniendo un mal parto. Julia Rosa comió el dulce de coco, era bueno y extraño, mientras ella comía, Tata Mongo le hizo cuentos enigmáticos y raros, el último decía que en su tribu allá en áfrica, los grandes brujos podían convertir a los hombres en animales y a las mujeres en aves y que estas no morían nunca; Julia Rosa inquieta le preguntó si él sabía convertir en aves inmortales a las mujeres y Tata Mongo le respondió que sí, que a ella la podía convertir en gaviota y que no moriría nunca…

Julia Rosa rió mucho… después tuvo miedo…

Don Sebastián estaba como enloquecido, Julia Rosa había desaparecido de la casita del San Juan, Mª Teresa lloraba a todas horas, Felipe desesperado ya no sabía donde buscar, Don Sebastián indagó y pudo saber que Julia Rosa fue vista la tarde anterior con Tata Mongo en la casita del río, pero al viejo esclavo brujero no se le pudo encontrar pues se había ido esa noche a una finca lejana. Doña Rosario comenzó a sentir en el alma la mordedura venenosa del remordimiento y la angustia del arrepentimiento.

Una noche, después de la cena, llego Mª Teresa y todos, Don Sebastián, Felipe y Doña Rosario, le oyeron decir que: Ahora sabía lo que le había pasado a su nieta… Mª Teresa afirmó que Julia Rosa, por obra de los dioses africanos estaba convertida en gaviota, y que vagaba por el río sin morir nunca; todos creyeron que la pobre vieja había enloquecido, sólo Doña Rosario sabía la razón de aquella afirmación.

Pasaron los meses, Felipe iba a sentarse todas las tardes al San Juan, ya no era el joven alegre de antes, la tristeza lo embargaba y le trasmitía un aire ausente. Una tarde en que Felipe ocupó la piedra que le servía de banco junto a la abandonada casita de Mª Teresa, vino hacia él una gaviota, la vio posarse en una piedra cercana y lo miró de un modo raro, casi humano… la gaviota tenía los ojos verdes…

Pasaron los meses y Felipe murió loco porque se enamoró de una gaviota, fruto de la maldad y el misterio. Y la gaviota de ojos verdes del río San Juan muchas veces vuela sobre Matanzas, es un alma en pena enamorada, hay de quien le mire a los ojos, en ellos lleva el brillo del terrible encantamiento que la aprisionó por siempre… Es una gaviota misteriosa que no puede morir…"]



Detalle del Rio San Juan y la Calle Narváez vista desde el puente de Tirry, en una postal de
Principios del siglo 20. 

viernes, 11 de marzo de 2016

Teatro Sauto, arqueologia


El teatro Sauto abrió oficialmente sus puertas el 6 de abril de 1863. Su diseño se debe al ingenio del arquitecto, ingeniero y pintor escenográfico Daniel Dall’Aglio, quien concibió una magnífica obra de estilo neoclásico. El teatro resalta por la exquisitez de sus formas, su asombrosa simetría, el buen gusto de los elementos decorativos y la excelente acústica alrededor de la cual se han generado interesantes mitos. Al decir del historiador español Jacobo de la Pezuela el teatro era digno de cualquier capital europea. Desde su fundación hasta su cierre temporal en el año 2009, por motivos de reparación, el escenario del teatro ha sido testigo del desempeño de relevantes figuras de renombre internacional, haciendo de este espacio un punto de visita casi obligada para aquellos artistas, criollos y foráneos, que serían catados por el tradicionalmente culto público matancero.

Fotografía actual del teatro Sauto

Pero “el Sauto”, como es conocido popularmente, es mucho más que historia teatral y musical, mucho más que arte y danza. Nuestro teatro es el umbral que nos lleva hasta incontables pasajes de la historia local, guardando valiosos testigos de épocas que se remontan, incluso, a tiempos anteriores a la llegada de los primeros hispanos a esas tierras. Precisamente, una de esas maravillosas ventanas yace sepultada bajo sus centenarios cimientos.

En el año 2007, la Dirección y la Oficina del Historiador del coliseo matancero crearon la Oficina del Conservador. Lógicamente el objetivo fundamental estaba dirigido a proteger, preservar y restaurar los incontables bienes patrimoniales muebles e inmuebles que están relacionados con el teatro. Dentro del marco de la recién creada oficina, se decide proceder a realizar excavaciones arqueológicas en algunos puntos del interior del edificio (ver Viera y Perez, 2014).

El primero de estos trabajos se concentró en el fumadero sur, área constituida por una especie de portal enrejado abierto en la fachada que mira hacia el cuartel de bomberos. Esta excavación alcanzó una profundidad máxima de 4.14 metros, cuando se llega a la roca estructural de la región. En las primeras capas de tierra se descubrieron numerosos elementos del siglo XX, todos llegados al lugar producto de intervenciones reconstructivas ejecutadas a finales de la década del 60 del siglo XX.


Imagen de la excavación realizada en el fumadero sur

A partir de los 70 centímetros de profundidad desaparecen todas las evidencias del siglo XX y comienzan a aflorar objetos pertenecientes al período colonial. Lo interesante es que estas piezas no se encontraban depositadas en orden cronológico, sino que aparecían totalmente mezcladas, siendo posible encontrar a un mismo nivel elementos del siglo XIX junto a otros del siglo XVII. En este sentido es válido aclarar que este fenómeno se debe a que los estratos que se estaban recuperando constituían el sedimento que fue removido de la zona para excavar la zapata del teatro, reutilizándose toda esa tierra para rellenar el desnivel que presenta la zona producto de la inclinación natural del terreno.

En estos estratos fueron encontradas numerosas piezas de gran importancia, algunas de las cuales pudieran estar relacionadas con la construcción del teatro. Pero tal vez entre los objetos más interesantes se encuentren aquellos que pueden identificarse como aborígenes. La relevancia de estos elementos radica precisamente en que pudieran constituir las primeras evidencias arqueológicas relacionadas con el legendario pueblo aborigen de Yucayo, tradicionalmente ubicado en esa área. Hay que recordar que el cacique de este pueblo, Guayucayex, fue quien protagonizó el primer acto de rebeldía aborigen en Cuba, hacia el año 1510.


Fragmento de mayólica Santa María Polícromo                   Fragmento de mayólica Delftware azul sobre blanco

Otro de los descubrimientos de gran importancia de esta excavación fue el empedrado original de la Plaza de la Vigía. A mediados del siglo XIX la Plaza se pavimentó utilizando guijarros o “chinas pelonas”. No se había reportado con anterioridad ninguna evidencia de este primitivo pavimento, pero en la excavación realizada, a poco más de dos metros de profundidad, apareció una magnífica sección de ese empedrado. Al parecer, Dall’Aglio no levantó todo ese suelo cuando construyó el teatro, sino que lo hizo solo donde se hacía necesario cavar en el terreno, utilizando el antiguo empedrado y su apisonado como parte de las capas sobre las cuales levantó el edificio.

Pavimento de la Plaza de la Vigía descubierto en la excavación del fumadero sur

La excavación, más pequeña, se desarrolló en el interior del sótano de la platea. Aquí aparecieron igualmente numerosas piezas arqueológicas, pero esta vez halladas en perfecto orden cronológico. Fue posible detectar elementos pertenecientes a los siglos XVIII y XIX pero a poco más de un metro de profundidad se hizo imposible continuar avanzando producto de que la excavación comenzó a anegarse debido a las características cenagosas del terreno donde se realizaba el trabajo.

Por otra parte, durante las labores de restauración fue descubierta, fortuitamente, una de las letrinas del teatro. Es importante recordar que las letrinas constituían un espacio de amplio uso, no solo limitado a albergar los deshechos orgánicos, sino también toda la basura de los edificios. Por tanto, la excavación arqueológica de estos sitios constituye un trabajo fundamental para reconstruir en mejor medida la vida de las antiguas construcciones. A este lugar iban a parar los objetos más insólitos que hoy representan valiosa información arqueológica.


Interior de la letrina descubierta en el ala norte del teatro

Al hallarse este espacio, y guiados por la simetría del edificio, se decidió levantar el suelo del área similar que se encuentra en la otra ala del teatro con la esperanza de hallar una estructura de características semejantes. A escasa profundidad fue posible detectar la aparición de la otra letrina. Ambos espacios se construyeron tallando la roca estructural y levantando sobre ella una bella bóveda de ladrillos que es atravesada transversalmente por dos bellos arcos también de ladrillos. Hasta el presente, estos espacios se mantienen repletos de sedimento y serán excavados arqueológicamente en futuras campañas.

Un importante número de los valores con que cuenta el teatro, incluidos los elementos arqueológicos recuperados, formarán parte de salas expositivas dentro de los muros de este admirable edificio. En este sentido se estarán adicionando nuevos espacios que vienen a enriquecer sobremanera la significación del coliseo matancero, más allá de la función primigenia que dio paso a su erección. Se estará entonces validando, una vez más, el papel que desempeña nuestro teatro en la preservación y puesta en valor de la herencia cultural cubana.





Fuentes consultadas


Viera, Ricardo y Perez Leonel (2014). Intervenciones arqueológicas en el teatro Sauto. Gabinete de Arqueología, No. 10, año 10. Pp. 17-24.