viernes, 22 de diciembre de 2017

La Fotografía Histórica y Antigua de la Ciudad de Matanzas

¿Qué es la fotografía? La fotografía no es más que la técnica diseñada para capturar la luz, atrapándola en un medio sensible que plasma instantáneamente un momento, irrepetible, que no volverá jamás. En este sentido la fotografía constituye un vehículo al pasado. Una verdadera máquina del tiempo. Aquí les regalamos varias vistas de Matanzas poco conocidas y otras que figuran entre las más antiguas.

Vista desde la Calle Narváez y el río San Juan, mirando hacia el Puente de Bailen, 
desaparecido en 1870 después de un gran huracán. 

Después que el científico francés Niepce inventa el método fotográfico permanente en 1826, con la famosa “vista desde la ventana de Le Gras”, otro inventor, Louis Jacques Daguerre, lo extiende, mejora y comercializa en 1839. Las fotografías tomadas mediante el uso de su sistema llegaron a conocerse como Daguerrotipos.

Vista del casi parisino Puente de Bailen, tomada desde Pueblo Nuevo, mirando la plaza de la Vigía 
y remantes del antiguo fuerte homónimo, cual sería demolido varios años después. 

La fotografía en la forma de los Daguerrotipos llagaron casi inmediatamente al Nuevo Mundo, arribando a Cuba, precisamente a La Habana a principios de abril de 1840, en las manos del hijo del Capitán General, Pedro Téllez Girón, quien realizó la primera demostración: una vista del Parque Central. Para enero de 1841 ya se había instalado el primer estudio fotográfico en la capital.

Vista del Río San Juan, mirando hacia los almacenes de Pueblo Nuevo. 

Poco después, aunque no se sabe con exactitud, se dispersaría por toda la isla, llegado a la ciudad de Matanzas. Las fotografías más antiguas de Matanzas, conocidas hasta ahora, datan de 1850, cuando Charles DeForest Fredericks captura vistas del Río Canímar. Sin embargo, una interesante nota publicada en el Diario de la Marina, tomada del papel periódico La Aurora de Matanzas fechada el 8 de agosto de 1845, indica el uso del Daguerrotipo en la ciudad: “se está litografiando una vista del lugar en que ocurrió el incendio el 26 de junio sacada del daguerrotipo por un profesor…” (Orihuela y Viera, 2016).

Vista de la bahía de Matanzas desde la Cumbre, elevaciones en Versalles. 
Nótese la cantidad de embarcaciones en la bahía.

La fotografía había llegado, primero, como curiosidad tecnológica y muestra del avance científico de la revolución industrial, y luego como símbolo de la modernidad, a la cual, para ese entonces, la Atenas de Cuba se sumaba. Los primeros fotógrafos daguerrotipistas fueron extranjeros, que explotaban el nuevo espacio comercial que se habría para capturar la vida en otras partes del mundo. Uno de los más destacados fue George Norton Barnard, quien visitó Cuba en 1859 para capturar nuestra colorida isla, sus gentes y su cultura. Barnard plasmaría más de cien fotografías para el álbum de estereovistas titulado “Vistas Cubanas” del editor y distribuidor E. Anthony de Nueva York. Anthony fue uno de los más grandes distribuidores de estereovistas. 

Vista del Abra de Yumurí, donde en parte, se puede ver la Cueva del Indio. 

Las tomas de Barnard, quien varios años después capturaría con su cámara la marcha del general Sherman durante la Guerra Civil norteamericana, capturaron aspectos de nuestra ciudad pocas décadas después de haber llagado la fotografía allí. El nuevo sistema de estereovistas permitía casi una visión tres-dimensional de los espacios capturados. Bernard se destacó en fotografiar espacios que contrastaban la naturaleza, arquitectura y el hombre. Estas fotografías son parte de su legacía, y de su casi desconocido portafolio artístico. Además, aportan un viaje al pasado de la ciudad de Matanzas, precisamente a 1859 - a una Matanzas que ahora conocemos a través de estas fotos.


 

viernes, 15 de diciembre de 2017

Lanzamiento del libro Matanzas en el Visor del Tiempo: Palabras de los doctores Alicia Garcia Santana y Ercilio Vento Canosa

En la tarde del jueves 14 de diciembre, tomo lugar en la Ermita de Monserrat el lanzamiento oficial de nuestro libro Matanzas en el Visor del Tiempo, al cual asistió más 230 personas, entre personalidades, intelectuales y miembros de órganos patrimoniales, quien ante el público citadino, presenciaron la presentación de nuestra obra a través de dos de los más destacados investigadores de nuestra ciudad: Alicia García Santana y Ercilio Vento Canosa.

De izquierda a derecha: Dr. Ercilio Vento Canosa (historiador de la ciudad de Matanzas),
Leonel Pérez Orozco (conservador de la ciudad de Matanzas) y la Dra. Alicia García Santana
durante el lanzamiento de Matanzas en el Visor del Tiempo (2017).

Este evento y las palabras de estos investigadores nos han colmado de orgullo y alabanzas que quisiéramos compartir con ustedes en este blog. Con el permiso de los enunciados, aquí recogemos sus palabras:

Palabras de la Dra. Alicia García Santana:


Mis queridos Matanceros, muchas gracias por esta invitación, tengo el placer de estar aquí nuevamente en esta ciudad privilegiada, para la presentación de un libro que es mayor en todo el sentido de la palabra, un libro en formato mayor, mayor por su alcance y mayor por su trascendencia, y es una maravillosa y única compilación de imágenes de esta ciudad tomada de numerosos archivos, colecciones privadas y otras fuentes casi ocultas y desconocidas. Cabe destacar entonces, que estamos en presencia de una obra meticulosamente copilada y que relaciona múltiples fuentes perfectamente referenciadas y como nunca antes, establecidas para una fiel consulta tanto de profesionales como de interesados y curiosos amantes de su ciudad , además tiene el don inestimable de darnos una visión total e integradora de esta maravillosa ciudad de una sola vez porque hasta hoy había sido muy difícil tener en nuestras manos un documento que pudiera darnos esta visión multidisciplinaria y al mismo tiempo poética y maravillosa de esta La Atenas de Cuba y este libro logra esto y mucho más a partir de una comparación de cómo era y es la urbe más moderna de América fundada por los españoles.

El primer impacto de este libro es su lujo, esmerado cuidado editorial, investigativo, metodológico y la excepcional estructura que sus autores han concebido para la obra, llena de un frescor juvenil y de un intachable formato que lejos de aburrir invita a sentarse y no terminar nunca de extasiarse con sus páginas y como bien dicen sus autores el lector se calza unas botas centenarias y recorre esta ciudad con el corazón en la mano y el espíritu iluminado por su esplendor y derroche cultural.

Este libro nos muestra como en el de cursar del tiempo se han perdido monumentos y edificaciones que eran importantes testimonios de la ciudad y al mismo tiempo, una vez que se pasa ese primer momento nostálgico por las pérdidas ,nos encontramos con lo mucho que aún queda y esto nos remite a una reflexión que está presente a través de todas sus páginas, como valorar en su justa medida lo tanto que aún queda y como protegerlo, conservarlo para evitar que se siga perdiendo ,porque lo que queda es verdaderamente extraordinario y ahora tenemos la grandiosa oportunidad de que los autores del Visor del Tiempo ponen en nuestras manos ese tesoro invaluable que es tener la ciudad en la mano y llenarse de orgullo por ser matanceros, piensen que de forma única y excepcional en Cuba usted llega a la plaza de la Vigía y cuando mira al oeste de su espacio urbano desde ahí nos mira Sagebien ,ese genio insoslayable de la arquitectura de este continente en la primera mitad del siglo XIX ,Sagebien ,el noble arquitecto francés que de manera clásica nos legó a los matanceros por primera vez en Cuba el estilo neoclásico, fundiéndolo para siempre en este edificio de la Aduana del puerto y que hoy justísimamente acoge en su seno a la Oficina del Conservador ,estilo que por demás abrió el camino neoclásico no solo en otras ciudades del país sino también en América continental . Y qué decir de nuestro nacimiento como ciudad, de las privilegiadas manos de dos eminentes ingenieros militares, Juan de Síscara y Herrera Sotomayor que dan a esta urbe el sello de nobleza desde su nacimiento y allí, viendo a nuestros padres fundadores, al mirar al naciente, nos sobrecoge la fastuosa obra de Daniel Dallaglio que construyo el suntuoso teatro Sauto, una de las más grandes y perfectas obras con que cuenta la historia de la arquitectura hispanoamericana; así , a cada paso, se interpone ante nosotros un nuevo arquitecto, un baluarte de nuestra historia urbana, el escenario perfecto e irrepetible para impartir una clase de historia de la arquitectura, Pandal, Carrera, Betancourt ,Callejas, Montenegro, Borrell, Cuantos nombres, cuanto prestigio, cuanta excepcionalidad, porque no hay una sola ciudad de esta isla que pueda mostrar ese rosario de joyas, fruto de su pujanza y riqueza. 


Esterovista del Puente de Bailen, tomada por G. N. Barnard en 1859.
Publicada por E. Anthony  "Vistas Americanas" (1870). 

Otra de las fortalezas de esta ciudad es su acervo cultural, intelectual y profesional, desde Milanés, Blanchet, Juan Clemente, White y tantos otros, hasta los que se alzan hoy para sostener este legado paradigmático que está entre las páginas de este libro, porque sus autores, dignos continuadores de esta obra creadora, nos han regalado el fruto de sus desvelos, sacrificios y noble amor por la tierra que los vio nacer, en especial a uno de ellos ,aquí a mi lado, que con una carga de grandiosa responsabilidad ante sus contemporáneos y las historia, ha gestado junto a otros matanceros por derecho y nobleza esta obra, el Conservador de la Ciudad de Matanzas y que nos va diciendo en este libro que se perdió, que no se puede perder, que hay que conservar y legar a las futuras generaciones, este hombre maravilloso que además conozco muy bien desde hace ya muchos años nos enseña a todos cual es el camino a seguir, seguro y firme, para lograr una rehabilitación total e integral de esta ciudad, hoy ,cuando se ha creado la Oficina del Conservador, porque ninguna ciudad se conserva a sí misma ,integrada además por un equipo de altísima profesionalidad que junto a las autoridades gubernamentales y políticas tracen las acciones y estrategias para la conservación de lo más preciado del patrimonio urbanístico, se unan todos matanceros, intelectuales ,profesionales, y pueblo todo, como un as indestructible a la Oficina del Conservador para proteger y salvar esa sinfonía de formas, estilos, colores y valores que hoy nos muestra este libro y que vemos y disfrutamos cuando caminamos por sus páginas.

La labor que los autores de esta obra han hecho es realmente encomiable, los que trabajamos con libros y estamos familiarizados con su creación vemos en este, que hoy presentamos, un verdadero dechado de virtudes que partiendo de su estructura, cuidado editorial, modernidad de su forma y meticulosa profesionalidad nos habla de una investigación única en esta ciudad y portentosa si se le compara con otras. El libro te va llevando de la mano, te invita a caminar por esta ciudad, te comenta con frases cortas pero precisas todo lo que necesitas saber porque tu mente y tus ojos están recibiendo a cada momento un baño de luz que fortalece el espíritu e inflama tu orgullo. Uno de los detalles que nos llamó poderosamente la atención fue la quinta de los Marcet, y veía esa magnífica construcción y la comparaba con lo que hoy esta y me decía, fabuloso, ahí están sus balcones y terrazas, ahora sí se puede restaurar de nuevo y devolver a la ciudad una arquitectura privilegiada como lo fueron sus quintas. Sin temor a equivocarme hoy podemos decir que la literatura profesional de Matanzas era una, y hoy, después de la aparición de este libro, es otra.

Hemos visto como la ciudad se incorpora y avanza firme hacia su rehabilitación gracias a Orozco y su equipo de la Oficina, solo hace unos días visite el teatro Sauto y una inmensa alegría colmo mi espíritu, Sauto es hoy la joya de la noble corona matancera, y luego aprecie las obras de la calle medio y de la escuela de oficios y las del edificio de Sagebien y en todo he visto la mano y la obra salvadora de este hombre, que con inmenso orgullo, presento hoy ante ustedes, la obra de su vida, y no sería justo ni digno de esta ciudad que todos los intelectuales no se unieran a este esfuerzo titánico que comanda Orozco con esa nobleza de carácter que siempre le ha caracterizado y que gracias a ella ha logrado la integración de todos asía el bien común de esta ciudad.

Sé que un libro como este no se hace en tres días y cuanto de sufrimiento e incomprensión debe haber anidado entre sus páginas antes de su publicación, pero lo que no se lucha no se aprecia y como siempre, Orozco se nucleó con el equipo de autores de lujo que mejor pudieron estar ligados en este empeño, Luis Gonzales Arestuche, mi amigo, mi hermano y distinguido colega que tan profesionalmente a bregado por estos difíciles mares de la ingeniera y el patrimonio, sus palabras nos llenan de orgullo y nos recuerdan cuanto aun debemos agradecerle por sus aportes y consejos, por su firmeza y profesionalidad; a Ricardo Viera Muñoz, joven de incalculable valor que ha dedicado lo más tierno de su vida para arrancarle a la tierra los más valiosos y escondidos secretos, demostrando una profesionalidad en las ciencias arqueológicas que en más de una ocasión pude comprobar con mis propios ojos; y ese otro joven, que sin ser conocido de todos, hemos sabido de su amor intenso y vehemente por las ciencias históricas, paleontológicas y arqueológicas que lo conforman como un pilar inconmensurable de la valía de nuestros jóvenes, no importa donde estén; de Karel Bofill Bahamonde que de solo recordar su segundo apellido, reverenciamos a sus antepasados que fueron, como él lo ha demostrado en este libro, los paradigmas de los padres libreros matanceros; de otro joven Néster Núñez que ha inmortalizado su profesión de editor con esta obra que lo sitúa junto a los mejores de la literatura cervantina, y no por ultimo uno de los más valiosos, Jorge Ignacio Rodríguez Bueno, que haciendo honor a su apellido, ha realizado un trabajo fotográfico tan exacto y sumamente profesional que hasta los más encumbrados artistas de la fotografía han alabado su trabajo y lo han llamado colega con respeto y admiración. Solo nos resta felicitar de todo corazón y con toda la fuerza de mi espíritu a los autores de esta maravilla que hoy ve la luz, por sus esfuerzos, por la grandiosidad de su aporte, por marcar la pauta a seguir por todos los que aquí estamos .La poesía que encierra el título de este libro, nos invita a decirle a sus autores… En el visor del tiempo, ya están para siempre con letras de oro sus nombres inmortales. Muchas gracia
s”

Momento de entrega de libro en la Ermita de Monserrate, de manos del autor Leonel Pérez Orozco.


Palabras del Dr. Ercilio Vento Canosa. Historiador de la ciudad de Matanzas


Buenas tardes, y gracias por permitirme expresar unas palabras sobre este libro. Lo primero que voy a referir es la impresión causada al tener por primera vez esta obra en mis manos. Un libro es la forma más inmortal de trascender en el tiempo y como hay muchas formas de lograrlo, los autores de este han escogido la más culta e imperecedera, hacer un libro para la honra de la tierra en que se nace y me viene a la mente Pedro Antonio Alfonso con sus Memorias de un Matancero, o Mauricio Quintero y Almeida en su Historia de Matanzas, y ahora, Matanzas en el Visor del Tiempo, que se ha convertido ya en un paso a la inmortalidad de cada uno de sus autores; y me permito hacerles una anécdota, cuando hace unos años se publicaba Matanzas La Atenas de Cuba de Alicia García y Julio Larramendi yo estaba encargado de escribir el prólogo y Larramendi me llama una moche y me pregunta si ya había terminado el escrito, le conteste que ni siquiera avía visto el libro y le pregunte cuando lo necesitaba y me contesto que para el otro día a las 6 de la mañana y así escribí desde el corazón ese prologo. Porque cuando se escribe desde el corazón no es necesario pensar, y este es el caso, estamos aquí hablando desde el corazón y valoro mucho un libro por el tiempo que uno lo tiene en las manos sin poderse despegar de él, esa noche en que Leonel me obsequiaba un ejemplar llegue a mi casa y comencé a hojearlo, íbamos a comer y claro que la cena tardo mucho más pues no pude despegarme de este libro que aquí presentamos hoy ,y es que en sus páginas esta la ansiada máquina del tiempo que te lleva de un lugar a otro, te muestra un edificio o algo que ya no está pero que por haber vivido algo más que otros , pude ver y no olvidar. No voy hacer elogios inmerecido de Leonel pero pienso firmemente que esta ciudad tendrá que inmortalizar en bronce la figura de este hombre y tendrá mucho que agradecerle a su paciente labor porque sus aportes no solo son al patrimonio si no que han sido en casi todas las ciencias naturales, arqueológicas e históricas. Este libro es una advertencia a todos para sepamos que lo que ha llegado hasta hoy no se puede perder, porque este libro nos recuerda que a Matanzas hay que valorarla, quererla, y defenderla a cualquier precio porque en ello nos va el honor de ser matanceros. En el prólogo del libro de Alicia ponía que ese era el libro que le faltaba a Matanzas y hoy tenemos que hablar en plural, estos son los dos libros que le faltaban a Matanzas. Muchas gracias”.

Queremos primero que nada agradecer a los doctores Alicia García y Ercilio Vento por sus palabras y elogios, pero más que nada por dedicar toda una vida al cuidado y aumentar el conocimiento de nuestra ciudad de Matanzas. Agradecemos además a Yobel Vega por trasferencia taquigráfica de las palabras enunciadas en la presentación. Agradecemos también a los periodistas, como Jessica Mesa Duarte, que han dedicado de su tiempo para divulgar la publicación de esta obra por los medios nacionales e internacionales. A los medios Radio26, Habana Radio, Cuba Literaria, Girón, Prensa Latina entre otros por su acogimiento. Algunas de fotografías que exponemos aquí fueron obtenidas de dichos medios.


jueves, 12 de octubre de 2017

Matanzas: En el Visor del Tiempo

Finalmente, después de tanto tiempo de espera, es un placer presentar la publicación de nuestro libro “Matanzas en el Visor del Tiempo”. Ha sido arduo el trabajo y grande el esfuerzo para que finalmente pudiéramos regalar otro volumen a nuestra ciudad de Matanzas. Esperamos con mucho orgullo que lo puedan disfrutar todos los matanceros y los amantes de la historia. Aquí presentamos una breve muestra de sus joyas.

 Coleccion JOL/RV/UM
Puente de Bailen, estereovista de 1859-1860, tomada por George Norton Barnard.
Una de las fotografías más antiguas e impresionantes de la ciudad de Matanzas.

El libro es el resultado de un sueño, una obra idealizada desde el 2012 y finalmente completada con la colaboración de los autores: Leonel Pérez Orozco, conservador de la ciudad de Matanzas, Luis R. González Arestuche, arquitecto matancero y conocedor de su historia por excelencia y, nosotros sus servidores. También, Karell Bofill Bahamonde, diseñador gráfico y editor de fotografía, cuya huella queda plasmada en las páginas del Visor del Tiempo. Conjuntamente a las fotografías antiguas se encuentran imagenes modernas de Jorge I. Rodríguez Bueno y Karell Bofill. 

Coll. L. P. Orozco
Teatro Sauto, antiguo Esteban, 1906.

Esta edición (2017) fue publicada por Ediciones Boloña, editorial de la Oficina del Historiador de La Habana y patrocinada por el historiador Eusebio Leal Spengler y la Embajada de Suiza.

Tapa: Matanzas en el Visor del Tiempo 2017.

Esta es una obra de 725 páginas y más de 300 fotografías, resultando en un compendio histórico de la vida y la evolución del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Matanzas entre 1859 y el presente. Resultado de una incansable búsqueda en archivos, museos y universidades del mundo, en especial las antiguas colecciones de varios matanceros, quienes, para fortuna de la ciudad, guardaron un valioso legado patrimonial en la forma de fotografías.

Coll. los autores de Matanzas en el Visor del Tiempo
Puente Sánchez Figueras, o de San Luis, en su inauguración el 16 de Agosto de 1916.

Aprovechamos este momento para agradecer la ayuda de tantos amigos y colegas que con sus comentarios y conocimientos prestados enriquecieron esta obra. En especial a Eusebio Leal Spengler, Sonia Montes de Oca, quien nos regaló las palabras del prólogo. A Tany Allende, Carlos Alberto Fleitas, Arnaldo Jiménez de la Cal, Urbano Martínez, Alicia García, Ercilio Vento Canosa, Jorge Garcell Domínguez, Daneris Fernández, Julio Larramendi, entre muchos más. A las especialistas de las colecciones especiales de la Biblioteca del Congreso (LOC), la Universidad de Miami (UM) y Florida International University (FIU): Athea (Vicki) Silveira, Annia Gonzalez, Gina Chin Jatt, y Cathy Collins. La lista es extensa. Gracias.

Además, extendemos un especial agradecimiento a nuestras familias, a quienes robamos tiempo y desvelo para ver nacer este trabajo, este regalo a Matanzas. 

Coleccion JOL/RVM
Vista de la Catedral San Carlos de Borromeo, calle Milanés,
en principio del XX y actual.


Cita recomendada: Pérez Orozco, L., L. R. González Arestuche, J. Orihuela León, y R. A. Viera Muñoz (2017). Matanzas en el Visor del Tiempo. Editorial Boloña, La Habana.

Visite nuestros otros posts para ver más fotografías incluidas en esta obra.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Huracan Irma y breve historia del paso de los huracanes por Matanzas

La reciente travesía del huracán Irma por las costas norte de Cuba, incluyendo Matanzas, ha sido un terrible recordatorio no solo de la proporciones que pueden alcanzar las fuerzas naturales, sino también de la estrecha relación que existe entre estos fenómenos naturales en la historia matancera y de nuestra isla caribeña. Nuestras comunidades aborígenes agroceramistas habían asociado a los ciclones o huracanes con una poderosa deidad nombrada Guabancex, dejando de esta forma testimonio del impacto de este tipo de fenómenos en la geografía cubana.

Huracán Irma, vista de radar en septiembre del 2017

La posición geográfica de Matanzas en la costa noroccidental de la isla de Cuba, frente el Estrecho de La Florida, la hace vulnerable ante el paso de los ciclones y tormentas tropicales que comúnmente, entre los meses de septiembre y octubre, transitan hacia el norte.


La historia matancera, por ende, recoge una serie de tormentas y huracanes que por la magnitud de sus menoscabos han quedado grabados en la memoria y leyendas populares. Es un huracán el que supuestamente empuja a Ocampo, durante su oficial circunnavegación de Cuba en 1508, a recalar en la bahía de Carenas, hoy La Habana, para reparar sus carabelas. No se sabe realmente si Ocampo se refugió también en Matanzas o no, pero es fácil imaginar aquellas endebles embarcaciones a merced de los fuertes vientos huracanados y las terribles marejadas asociadas a dichas tormentas. 



El siglo XVIII fue climáticamente intenso para Matanzas y el Caribe en general. Durante este siglo se sintió el final de la Pequeña Época de Hielo con una fuerte incidencia de los fenómenos de El Niño y La Niña, que trajeron devastación para las poblaciones de la región.
En ese siglo, Matanzas recibió el impacto de una serie de tormentas y huracanes que trajeron sequías, pérdida de siembras y ganado, inundaciones, hambruna, epidemias y despoblación como resultado colateral.


Tabla atravesando una palma; vestigio de la inmensa fuerza de los vientos huracanados. 
Huracán del 20 de octubre de 1926. Colección digital de la Universidad de Miami.

Entre los más fuertes figura el huracán de 1730, que azotó la ciudad en octubre y destruyó a su paso gran parte de la pequeña comarca que era Matanzas entonces. Entre los daños recogidos por la historia local está la destrucción de la iglesia parroquial, que estaba construida sobre horcones de duras maderas, adobe y techo de guano.

Antiguo dibujo en tinta de la primitiva iglesia de San Agustín de la Florida en 1576. 
La primitiva iglesia de Matanzas debió tener un aspecto similar. 

Desde el comienzo de su construcción en 1693, conjuntamente con la fundación de la ciudad, y terminada en 1696, había fungido como el fulcro religioso de la naciente población trayendo, junto a la construcción del Castillo de San Severino, un aura de protección, tanto militar como divina.

Destrucción de la Ermita de Monserrate por el huracán de 1948. 

A raíz de este devastador suceso las reliquias del culto fueron protegidos en la casa de Diego García Amoedo, la única estructura de cantería existente en la ciudad para aquel entonces, donde se realizaron por un tiempo los ritos religiosos. Esto le permitió a Amoedo gozar de ciertos privilegios, como la concesión a su casa del título Casa de Cadenas y un escudo de armas donde se lee la inscripción: “En 19 octubre 1730 honro Dios esta casa”.

Destrucción en las calles después del huracán de 1948. 
Colección digital de la Universidad de Miami.

En el siglo siguiente varios huracanes y tormentas dejaron también su impronta en la historia por la alta pérdida de vidas humanas que dejaron en su paso. El más fuerte azotó Matanzas el 7 de octubre de 1870, llamado el Huracán de San Marcos, que causó más de 800 muertos en total, de los cuales 189 fueron victimas en Matanzas, segun el historiador Jose M. Quintero (1878). Este fuerte ciclón derribó fuerte estructuras de cantería, como el Puente de Bailen, antecesor del actual puente Calixto García, en la Calzada de Tirry. Este huracán inundó gran parte de las zonas bajas de la ciudad, como las barriadas de la Marina y Pueblo Nuevo, además de ocasionar daños importantes a parte del muelle.

Inundaciones de la zona baja del Rio San Juan. Se aprecia al fondo el puente de Tirry. 
Año 1953-1954.

El avance científico-técnico en general, particularmente en las ciencias meteorológicas, permitió a investigadores como Benito Viñes, desarrollar un mejor conocimiento y rastreo de los huracanes. Esto posibilitó un mejor pronóstico del tiempo, dando en parte algún tiempo de preparación ante la devastadora fuerza de los vientos y las inclemencias del mar.



Como dato interesante podemos decir que entre 1730 y 2008 la ciudad de Matanzas fue azotada por nada menos que 52 ciclones o huracanes.

Vista del litoral matancero bajo el azote de Irma. Notese las dimenciones de las olas.
Fotos cortesia de Cubadebate y Juventud Rebelde. 

El efecto de estos meteoros queda plasmado en fotografías de finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Entre los mayores huracanes que azotaron a Matanzas durante el siglo XX figuran el huracán del 19 de Octubre de 1926 y el Huracán Fox del 24 de octubre de 1952, que registró ráfagas de viento de más de 280 km/h, causando amplia destrucción de bienes y cosechas. Estos dos últimos, ahora en conjunto con otros como Irma, han sido considerados entre los más grandes y devastadores registrados en el occidente Cuba.


Esquina del Teatro Sauto con los escombros de un derrumbe incitado por el paso de Irma.
Fotos cortesia de Cubadebate y Juventud Rebelde. 


BIBLIOGRAFIA

- Guarch del Monte, José. (1993). Los Cemíes Olvidados. Publicigraf. La Habana.

- Pérez, Orozco, Leonel. (2012). Geografía, física, histórica-económica y urbana de la ciudad de   
  Matanzas. (Inédito).

- Pérez, Orozco, Leonel, Luis Arestuche, Johanset Orihuela y Ricardo A. Viera (2017). Matanzas en el Visor del Tiempo (seg. ed.) Ediciones Bolonas, La Habana.

- Vento Canosa, Ercilio. (1993). Rincones Perdidos. Ediciones Matanzas. Matanzas.

Alguna información tomada de:



viernes, 8 de septiembre de 2017

Bahía de Matanzas 1628: Piet Heyn y la toma de la Flota de Plata

La Flota de la Plata fue conquistada en la bahía de Matanzas un día como hoy del año 1628, hace exactamente 389 años. El principal artífice de este suceso fue el distinguido corsario holandés Piet Heyn, quien nació el 25 de noviembre de 1577 en la ciudad de Delfshaven, una pequeña población cercana a Rotterdam. Su padre era capitán de un buque armado y con el aprendió los principios de la navegación. En 1598 ambos fueron apresados y encerrados en las galeras españolas, en las que figura el Morro de La Habana. Los años que pasó como galeote le sirvieron a Piet Heyn para aprender el idioma español y las estrategias de combate que empleaban los españoles.

Medalla conmemorativa con la imagen Piet Heyn al anverso y toma de la Armada al reverso, 1628.

Entre 1617 y 1620 Heyn navegó como patrón particular de barco en el Mediterráneo para ingresar posteriormente en la Compañía de las Indias Occidentales como Vicealmirante de una de las más grandes flotas. En mayo de 1624 conquista la ciudad de San Salvador en la Bahía de todos los Santos, en Brasil, que previamente había caído en manos españolas luego de la conquista de Portugal, y donde Piet Heyn recuperó enormes capitales en bienes. Tres años después consiguió, junto con la flota que comandaba, la captura de 38 buques enemigos. Resulta muy interesante que las acciones de este corsario se caracterizaban por un mínimo número de pérdidas, se preocupaba por el bienestar de su tripulación y dividía generosamente el botín conquistado. Esto le valió una magnífica reputación que le permitía reclutar excelentes marinos. De esta forma Piet Heyn organizó un plan para capturar la codiciada Armada de Plata. El proyecto estuvo muy bien concebido y en mayo de 1628 Heyn partía desde los Países Bajos rumbo al Nuevo Mundo con 31 buques y yates, 4000 marineros y soldados y una artillería que contaba un total de 689 cañones. La flota española fue tomada por sorpresa el 8 de septiembre de 1628 y atrapada cuando trataba de refugiarse en la bahía de Matanzas.

Mapa del centro y occidente de la isla de Cuba en el siglo XVII.
Los holandeses fueron excelentes conocedores de las costas cubanas en ese siglo.
Ese conocimiento queda reflejado en la alta calidad de su cartografía cubana de ese siglo.

Durante la noche, el propio Piet Heyn se acercó, en una embrocación bien artillada y custodiada por otros tres buques, al barco español más cercano, el del Vicealmirante y fue suficiente con una sola salva de fusil y la promesa de que sería respetada la vida de la tripulación, para que los españoles se rindieran y entregaran las embarcaciones que el comandante de la flota, Benavides, había abandonado a su suerte. En total fueron capturados doce buques en el mar y nueve galeras en el interior de la bahía. De estas embarcaciones solo cuatro galeras y un pequeño barco se conservaron como parte del botín mientras que el resto de las naves fueron quemadas luego de haber trasladado todos los objetos de valor. La tripulación española fue llevada a tierra con suficiente queso y pan para que no murieran de hambre.

Grabado conmemorativo de la toma de la Flota de la Plata en la bahía de Matanzas por Piet Heyn.
Grabado del siglo XVII. Hay copias también del siglo XVIII.

El botín obtenido fue de 177000 libras de plata por un valor de 8 millones de florines, 66 libras de oro, 1000 perlas, cochinilla por un valor de 2 millones de florines, índigo por un valor de 8 toneladas de oro, sedas por valor de 3 toneladas de oro, 37375 pieles por valor de 500000 florines, almizcle, ámbar y bezoar. El total de lo conquistado se estima en unos 11.5 millones de florines, que fue dividido entre los accionistas y los gobernadores luego de deducirse las deudas de la Compañía y los costos de la expedición. El Representante Regional recibió un 10% y los oficiales, marineros y soldaos un premio de 17 meses de salario, mientras que Piet Heyn se quedaba con 7000 florines.

Coleccion Privada
Detalle de un grabado conmemorativo de la toma de la Flota de la Plata
en la bahía de Matanzas por Piet Heyn, s. XVII.

En 1629 Heyn fue nombrado Teniente Almirante de Holanda y Frisia Occidental, por Almirantazgo del Maze. Poco tiempo después, el 18 de junio de 1629 murió en un combate en el Mar del Norte cuando peleaba con corsarios de Duinkerk. Fue enterrado con grandes honores en la Vieja Iglesia de Delft, donde fue levantado un mausoleo en su honor.

Coleccion Privada
Grabado conmemorativo de la toma de la Flota de la Plata
en la bahía de Matanzas por Piet Heyn. Siglo XVII.

Más allá de sus numerosas conquistas, sus aportes fueron muy importantes en la formación y organización de la flota de guerra de los Países Bajos en el siglo XVII. Además, fue el gran impulso a la corona Española para poblar y fortificar la bahía de Matanzas, hecho que no se cumpliría hasta 65 años después, en Octubre de 1693.



domingo, 6 de agosto de 2017

El Debut Cartografico de la Bahía de Matanzas

El primer mapa detallado del Caribe es obra de Juan de la Cosa, cosmógrafo y cartógrafo que participó en el segundo viaje de Cristóbal Colon, con el que navegó gran parte de la costa sur de la isla en 1494. Su mapa, terminado entre 1500 y 1501, demuestra claramente a Cuba como isla e indica varios puertos en la costa sur del territorio. Interesantemente también insinúa las bahías de La Habana y Matanzas en el norte.

Detalle del Mapamundi de Juan de la Cosa (1500-1502). 

El segundo mapa detallado del Caribe y Cuba es el de Alberto Cantino, simplemente conocido como El Cantino, de 1502. Este, como el de Juan de la Cosa, demuestra la insularidad de Cuba a pesar de que aún no se había oficialmente circunnavegado la isla, hecho que se le atribuye a Sebastián Ocampo en 1508.

Detalle del Mapamnundi de Alberto Cantino (1502). 

El mapamundi de Cantino, aunque obra secreta al principio, fue luego altamente copiado. Un ejemplo de ello es el mapamundi de Martin Waaldsemüller de 1507 y 1511. A estos le siguen planos manuscritos igualmente interesante, por el mismo Colón y su hermano Bartolomé, confeccionados entre 1496 y 1505, además del mapamundi de Peter Mártir (1511), Sylvanus (1511) y Francesco Rosselli (1513). Aunque todos estos demuestran la insularidad de Cuba, tema controversial entonces, ninguno indica claramente la bahía de Matanzas.

Detalle del Mapamundi de Martin Waaldsemüller de 1507 y 1511.

¿Pero cuando surge el primer mapa con la bahía de Matanzas claramente indicada?

Hasta hace poco, el mapa más antiguo con la bahía y el puerto de Matanzas señalados era el de Diego de Ribero, Cartógrafo real de la Casa de Contratación, fechado entre 1529 y 1533, quien lo indicó como “Matança” con cedilla y en singular, muy bien delineado y claramente etiquetado.

Mapa de Diego de Ribero (1529-1533), Cartógrafo real de la Casa de Contratación.
Vea: "Havana" en rojo. "Matanca" y "Xagua" en negro

Hoy se conoce uno aún más temprano: el Nuevo Mapa del Mundo de 1526, obra de Juan Vespucci, sobrino del famoso Americo Vespucci. Este, claramente, demuestra la península de Hicacos y las bahías de La Habana, Matanzas y Cárdenas. En él aparecen cinco toponimias importantes de la isla del momento: Guane, Havana, Matança, Xagua, y Santiago (sic). Este señala nuestra bahía inmediatamente antes de la bahía de Cárdenas y la península de Hicacos. La ciudad de La Habana, por su parte, está localizada ya en la costa norte.

Nuevo Mapa del Mundo de 1526, obra de Juan Vespucci.

Otros mapas interesantes y aún más antiguos que el de Vespucci son, primero: un plano del Pacífico, que incluye el Golfo de México, Cuba, La Española, Jamaica y Bahamas, atribuido a Thomassy en 1518. Este indica en la silueta de la costa norte una posible alusión a la bahía de Matanzas, aunque  desafortunadamente no la nombra. 

Golfo de México y las islas del gran Caribe, atribuido a Thomassy en 1518. Archivo del Vaticano. 

En segundo lugar, resulta interesante un plano localizado en el Archivo de Indias, Sevilla, titulado “Dibujo de la Costa del Golfo de México desde la península de Florida hasta Nombre de Dios” y atribuido a Alonso Álvarez de Pineda, confeccionado entre 1519 y 1520. Este insinúa también la bahía de Matanzas en su silueta costera, pero no la nombra. 

Dibujo de la Costa del Golfo de México desde la península de Florida hasta Nombre de Dios” atribuido a Alonso Álvarez de Pineda (1519-1520). 

Existe otro plano, hermosamente coloreado, que data a mediados del siglo XVI, donde aun indica la antigua localidad de La Habana en la costa sur de Cuba. Matanzas ya está claramente marcada en la costa norte como “De Matanca”.

Plano del primer cuarto del siglo XVI

El origen de la toponimia castellana que nombra nuestra bahía es un relato sumamente interesante que dejamos pendiente para compartirlo en otro post. Continúe visitando nuestro blog para nutrirse de la rica y muchas veces desconocida historia de nuestra ciudad.


martes, 6 de junio de 2017

El caso de la bandera Confederada en Matanzas 1861

¿Sabía usted que la bandera de los Estados Confederados de Norteamérica ondeó por primera vez internacionalmente en aguas de la bahía de Matanzas?

Pues así fue. Al comienzo de la Guerra Civil o de Secesión Norteamericana, en 1861, el bergantín privado Hallie Jackson fue, en las palabras de su dueño B. S. Sánchez de Savannah, Georgia, el único “que ha exaltado el honor de volar la bandera confederada en los límites de un país foráneo” donde además, “aunque no fue reconocida, fue respetada”. Esto duró toda una semana en la que el bergantín se encontró anclado en la bahía de Matanzas.

 Grabado litográfico de un bergantín tomado del periódico La Aurora de Matanzas, agosto de 1830.

El bergantín Hallie Jackson fue construido en 1860 con los mejores y resistentes materiales, como el roble blanco y el roble vivo. Tuvo un armazón de cobre y se ejecutó de acuerdo a las especificaciones del señor Sánchez.

Bandera de los Estados Confederados de Norteamérica

En abril 18 de 1861, Sánchez fue el primero de dos ciudadanos en solicitar el título de marqués al nuevo gobierno de la Secesión. Éste puso al bergantín a disposición del nuevo gobierno confederado de Jefferson Davies, ofreciendo venderlo por 9000 dólares; muy buena suma aun para la época, permitiendo que fuera utilizado, si se desease, como bergantín guardacostas. 

Antigua fotografía del bergantín María Celeste, desaparecido misteriosamente.
Tomado de esta interesante página.

Al final, esto no se llevó a cabo, el Hallie Jackson nunca regresó a Georgia. Después de salir de Matanzas fue capturado por el USS Unión en aguas bajo el control de la Unión, decomisado y enviado a Nueva York.

Así fue como la bandera confederada exhibió sus colores bajo el cielo matancero por primera vez lejos de su tierra. Esto, sin dudas, constituye una primicia adicional para la historia de Cuba y, particularmente, para la de nuestra ciudad de Matanzas. 


Historia tomada de:

Archivos Navales Nacional de Estados Unidos aqui.

Blatchfor, Samuel (1866). Reports of Cases in Prize 1861-1865. Government Printing Office, Washington.


sábado, 20 de mayo de 2017

"Sobrevolando Matanzas": por Laura Ruiz Montes

En este post publicamos una interesante vista de Matanzas de la intelectual matancera Laura Ruiz Montes, quien nos ha permitido reproducir este ensayo, originalmente destinado al primer número de la revista La Nueva Aurora. Con estas palabras le agradecemos esta oportunidad damos bienvenida a su ensayo.

En toda ciudad hay zonas altas y bajas –términos que, en este caso, nada tienen que ver con la topografía– y cada una de ellas suele excluir a la otra. No es necesario explicar qué y quiénes habitan en una u otra de las zonas, porque eso es un saber tácito. En cada ciudad del mundo hay una zona que tiene hambre: de alimento, de luz, de mar... Lo cierto es que alguna carencia siempre asoma mientras en la otra mitad (suponiendo que esté dividida en partes iguales) puede haber un excedente: de alimento, de luminosidad o de aridez. Lo cierto es que alguna sobreabundancia también siempre asoma.

Colleccion de los autores
Plano de la ciudad de Matanzas de J. J. Romero, 1837

Hay barrios perezosos y barrios laboriosos. Hay calles baratas y hermosas. Hay aceras lujosas y grotescas. Entramos y salimos, circulamos de una región a otra casi sin darnos cuenta. Somos los transeúntes quienes unimos ambas realidades. Pudiera parecer que es un trabajo diseñado para los puentes, canales, túneles, autobuses, trenes... pero en verdad somos los marchantes quienes enlazamos ambos territorios, con mejor o peor intención, con más apego o más desprecio, depende...

Lo cierto es que rara vez nos es dado estar en ambas franjas al unísono. Esto solo es posible dentro de algún pensamiento utópico o gracias a un especial instante creativo. Esta vez lo ha conseguido la revista La Nueva Aurora, recién nacida publicación de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, continuadora de La Aurora de Matanzas, emblemático diario decimonónico catalogado por Carlos M. Trelles como “el príncipe de nuestros periódicos”. El nuevo número regala dos fortunas largamente esperadas. La primera es que Matanzas, la ciudad que cuenta más de trescientos años de vida, tiene ya, efectivamente, una Oficina del Conservador. La segunda es que dicha oficina funciona, que no solo está batallando por incorporarse a un afán de rescate de inmuebles y memoria, sino que también, desde las páginas de su publicación, da cuenta de proyectos, muestra su pasado en estrecho vínculo con el presente y propone mociones, opciones, cambios. Sobre todo cambios...

Coleccion de los autores
Encabezamiento de La Aurora de Matanzas, domingo 8 de agosto de 1830. 

Las páginas de la revista se abren a la presencia de la cultura francesa en Matanzas, sus viajeros, la impronta de la revolución haitiana, su huella en la arquitectura yumurina, en su ferrocarril y en las artes en general. Este acercamiento da paso a una breve historia del cementerio de la urbe, documentada con un acervo fotográfico y la disposición de contribuir a la restauración y divulgación de su importante colección de obras de herrería y capillas funerarias que, unida a su sistema de galerías subterráneas, único en Cuba, figuran en el propósito renovador del Plan Maestro del joven buró de conservación para devolver luz a esta ciudad neoclásica.

La Plaza de la Vigía, sitio fundacional de la ciudad ultramarina, con sus bondades y desaciertos también asoma desde estas líneas, junto al centro histórico como un gran proyecto urbano. No es una mirada complaciente la que se ofrece ni un interés meramente turístico el que rige la intención de estas representaciones. Lo que se comparte son soluciones, propuestas y estrategias, a la par que imágenes y planes de protección de sus edificios más emblemáticos.


Fotografías, planos urbanos, coordenadas de rescates se hacen presentes porque eso es este primer número de La Nueva Aurora: un sistema bien engarzado, dinámico, y plural, al que, habremos de confesarlo, no estamos acostumbrados. Tenemos y leemos revistas de artes visuales, de literatura, de historia, de música, de cine... pero un manojo de páginas bellamente engalanadas que nos muestren la ciudad por la que andamos a diario y no tengan miedo de señalar sus quiebres, sus roturas y nos expliquen en verdad qué podría hacerse, no es habitual. Hemos de convenir que no todos, en este momento que nos toca vivir, estamos dispuestos a hablar de soluciones posibles.

No falta en estas páginas una aproximación a necesarias estrategias ambientales vinculadas al entorno geográfico que, además, hacen sentir como palpable y viable un término que desde hace un tiempo ha entrado en nuestros hogares sin que estemos convencidos del todo de a qué se refiere y que en no pocas ocasiones es mirado con cierta sospecha: sostenibilidad.

En mi infancia pasé horas inclinada sobre un álbum que mi abuela había completado con pequeñas postales de temática napoleónica, auspiciado por no recuerdo ya qué marca de cigarros. Siempre viene este recuerdo a mi mente cuando veo a los niños coleccionar esas pegatinas e imágenes que a veces traen las eximias golosinas que sus padres pueden llegar a comprarles. Otra vez he vuelto a repasar mentalmente las páginas de dicho álbum al comprobar que La Nueva Aurora regala con delicadeza pequeñas joyas que harían la felicidad de cualquier coleccionista: un retablo de postales –que irán asomando en cada nueva entrega– sobre la Matanzas que no conocimos y que se sumarán al plano y al acta fundacionales que en este número aparecen.

Calle Narvaez, mirando al Puente de Bailen. Grabado de finales del siglo XIX. 

Existe una categoría manejada generalmente en relación a espacios cinematográficos o personajes literarios pero que puede ser aplicada perfectamente a una publicación periódica. Se trata de la credibilidad. La Nueva Aurora es totalmente creíble. No trata de vender lo que sabemos que nunca ocurrirá, no es un canto de sirena. Tenemos la certeza porque este es un producto salido del mismo equipo de trabajo que antes empeñó tiempo, energías y solidaridad en tratar de salvar –y lograrlo– una ceiba sagrada, símbolo de lo más urbano de esta ciudad. Muchas veces pequeños detalles hablan más que un extenso discurso o un gesto que de tan grande se convierte en desproporcionado e inútil. Acaso esta honestidad y credibilidad, tan preciadas como raras en los días que corren, sean lo que marquen la diferencia y regalen un poco de fe.


miércoles, 26 de abril de 2017

La enigmatica pictografía de la Cueva del Ciclón


Por: Osvaldo Jiménez Vázquez



Las cuevas de Cuba guardan en sus recintos importantes testimonios gráficos de nuestros primitivos habitantes. Estos testimonios, conocidos como arte rupestre, están plasmados sobre paredes, techos y formaciones secundarias de más de un centenar de cuevas.

El arte rupestre cubano lo conforman dos tipos de manifestaciones, las pictografías y los petroglifos, ambos relacionados con creencias religiosas. Una de las pictografías más enigmáticas de Cuba, hoy infelizmente desaparecida, se encontraba en la Cueva del Ciclón, espacio hipógeo conectado con la Cueva del Gato Jíbaro, enmarcada en el Sistema Cavernario de Bellamar, costa norte de la provincia de Matanzas.

El hallazgo de este pictograma fue realizado por integrantes del grupo espeleológico Norbert Casteret entre abril y mayo de 1981, como parte de los estudios arqueológicos que realizaban en la región (imagen 1). La pictografía había sido realizada sobre un manto estalagmítico, formación secundaria situada a unos 25 metros de la entrada de la cueva y a unos 10 metros de una dolina de disolución y desplome que se halla en el centro geográfico del antro. El carbón vegetal fue el material empleado en la ejecución de la misma, por lo cual su color era negro. Su altura no superaba los 10 cm. Tanto la pictografía, como un conjunto de murales pictográficos localizados a 12 metros de esta, representan conceptualmente el estilo de “líneas inconexas” (Maciques, 1988), el cual fue ejecutado por aborígenes preagroalfareros (siboneyes). La cultura material rescatada en esta localidad confirma la relación cultural, apareciendo en las excavaciones practicadas, restos de dieta y sílex tallado (Leonel Pérez Orozco, com. pers).

Imagen 1: Foto original de la pictografia de la cueva del Ciclon, ciudad de Matanzas, Cuba.
Cotersia de Leonel Perez Orozco.

A raíz del hallazgo, los investigadores del grupo espeleológico Norbert Casteret publicaron unas notas en el boletín que producía este colectivo (no.3 año III, 1982, Matanzas), incluyendo una reconstrucción ideal de la pictografía (imagen 2), manifestando que la misma representaba la figura de un mono araña (Ateles). Posteriormente, el paleontólogo cubano Oscar Arredondo (1983), apoyó este criterio, el cual a través del tiempo ha sido sostenido por otros autores (Gutiérrez y Jaiméz, 2007).

En busca de la verdad sobre este asunto, acudimos a Leonel Pérez Orozco, actual director de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, quien fuera presidente del grupo espeleológico Norbert Casteret en los momentos del hallazgo de la pictografía. Este buen amigo, quien ya no cree que la pictografía representara un primate, nos facilitó la única imagen fotográfica que existe de la misma (imagen 1). La reconstrucción ideal y la fotografía no pueden ser comparadas correctamente, pues la primera representa una vista frontal, y la segunda, por problemas de espacio dentro de la cueva, fue tomada desde un plano inferior.

No obstante, se observan diferencias. Por ejemplo, en la fotografía la cabeza tiene forma ovalada y no está encajada entre los hombros, por otra parte, los brazos están más abiertos y ambos son iguales, a diferencia de lo que se observa en la reconstrucción. Las piernas, por su parte, están dibujadas en la reconstrucción con un trazo único, en tanto, en la foto apreciamos trazos discontinuos, como corresponde al estilo de líneas inconexas. Esta pictografía sugiere, más bien, una figura antropomorfa danzando o adorando, quizás represente un chamán en medio de un evento religioso.

Imagen 2: Interpretacion de la pictografia del Ciclon.
Notece que esta reproduccion no es fiel a la original.

Existen hechos de otra índole que refutan la representación de un mono en este pictograma. En primer lugar, los aborígenes preagroalfareros y agroalfareros (taínos) cubanos habían sustituido desde siglos atrás los referentes faunísticos continentales de su cultura, de tal manera que en el arte precolombino, sobre todo agroalfarero, son motivos reiterados lechuzas, búhos y murciélagos. Algunos autores (Harrington, 1921; Arredondo y Varona, 1983) opinaron que ciertos diseños modelados en las asas de recipientes de la cultura antes citada correspondían a rostros de monos.

Sin embargo, en la actualidad se considera que tales diseños representan rostros de murciélagos (Rodríguez, 2000; Rodríguez, 2002; Borroto y Arredondo, 2011), animales que, al igual que aves nocturnas como búhos y lechuzas, estaban posiblemente relacionados con el Coaybay, lugar a donde van las opías o almas de los muertos, señorío de Maquetaurie Guayaba (Pané, 1984). Por último, las investigaciones paleontológicas demuestran que el mono de Varona (Paralouatta varonai) única especie de primate del Cuaternario endémica de Cuba, se extinguió mucho antes del arribo del hombre precolombino a Cuba (Silva et al., 2007), y el mono de Montané (Ateles fusciceps), descubierto en la Cueva de la Boca del Purial en 1888, fue introducido hace menos de 300 años desde Sudamérica (Miller, 1916b; MacPhee y Rivero, 1996).




Notas sobre el autor:
Osvaldo es especialista mastozoólogo del Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Habana, Cuba. Esta nota es un resumen de su articulo publicado en la revista de aqueologia caribena, Cuba Arqueologica. El articulo, esta disponible aqui.  Un breve listado de sus publicaciones se pueden encontrar en Fossil Matter.




Referencias


Arredondo, O., y L. S. Varona. 1983. Sobre la validez de Montaneia anthropomorpha Ameghino, 1910 (Primates: Cebidae). Poeyana, 255: 1-21.

Borroto Páez, R. y C. Arredondo Antúnez. 2011. Los mamíferos en el arte aborigen. 213-219. En: Mamíferos en Cuba. (Eds. R. Borroto-Páez y C. A. Mancina). UPC Print, Vaasa, Finlandia. 271 pp.

Gutierrez Calvache, D. y E. J. Jaiméz Salgado. 2007. Introducción a los primates fósiles de Las Antillas. 120 años de primatología en el Caribe insular. Santo Domingo, Editora Universitaria, 208 pp.

MacPhee, R. D. E., y M. Rivero de la Calle. 1996. Accelerator mass spectrometry 14C age determination for the alleged "Cuban spider monkey", Ateles (= Montaneia) anthropomorpha. J. Human Evol., 30:89-94.

Maciques Sánchez, E. 1988. El arte rupestre de Matanzas. Revista Museo, Año I, 2° Época, junio de 1988, Matanzas, Cuba.

Miller, G. S., Jr. 1916. The teeth of a monkey found in Cuba. Smithsonian Misc. ColI., 66(13):1-3, 1 lam.

Orihuela, J. and A. Tejedor. 2012. Peter's ghost-faced bat Mormoops megalophylla (Chiroptera: Mormoopidae) from a pre-Columbian archaeological deposit in Cuba. Acta Chiropterologica, 14(1): 63-72. Available here.
Pané, R. 1984. Relación acerca de las antigüedades de los indios. México, Siglo XXI Editores S. A.

Rodríguez Arce, C. 2000. Apuntes sobre la figura del murciélago en la iconografía prehispánica de Cuba. El Caribe Arqueológico, 4: 94-99.

Rodríguez Durán, A. 2002. Los murciélagos en las culturas precolombinas de Puerto Rico. Focus, 1 (2): 15-18.

Silva Taboada, G., W. Suárez Duque y S. Díaz Franco. 2007. Compendio de los mamíferos terrestres autóctonos de Cuba vivientes y extinguidos. La Habana, Editorial Boloña, 465 pp.

Esta nota fue originalmente publicada en el blog Fossil Matter bajo el titulo La Pictografia de la Cueva del Ciclon: Primate o Chaman.