viernes, 11 de marzo de 2016

Teatro Sauto, arqueologia


El teatro Sauto abrió oficialmente sus puertas el 6 de abril de 1863. Su diseño se debe al ingenio del arquitecto, ingeniero y pintor escenográfico Daniel Dall’Aglio, quien concibió una magnífica obra de estilo neoclásico. El teatro resalta por la exquisitez de sus formas, su asombrosa simetría, el buen gusto de los elementos decorativos y la excelente acústica alrededor de la cual se han generado interesantes mitos. Al decir del historiador español Jacobo de la Pezuela el teatro era digno de cualquier capital europea. Desde su fundación hasta su cierre temporal en el año 2009, por motivos de reparación, el escenario del teatro ha sido testigo del desempeño de relevantes figuras de renombre internacional, haciendo de este espacio un punto de visita casi obligada para aquellos artistas, criollos y foráneos, que serían catados por el tradicionalmente culto público matancero.

Fotografía actual del teatro Sauto

Pero “el Sauto”, como es conocido popularmente, es mucho más que historia teatral y musical, mucho más que arte y danza. Nuestro teatro es el umbral que nos lleva hasta incontables pasajes de la historia local, guardando valiosos testigos de épocas que se remontan, incluso, a tiempos anteriores a la llegada de los primeros hispanos a esas tierras. Precisamente, una de esas maravillosas ventanas yace sepultada bajo sus centenarios cimientos.

En el año 2007, la Dirección y la Oficina del Historiador del coliseo matancero crearon la Oficina del Conservador. Lógicamente el objetivo fundamental estaba dirigido a proteger, preservar y restaurar los incontables bienes patrimoniales muebles e inmuebles que están relacionados con el teatro. Dentro del marco de la recién creada oficina, se decide proceder a realizar excavaciones arqueológicas en algunos puntos del interior del edificio (ver Viera y Perez, 2014).

El primero de estos trabajos se concentró en el fumadero sur, área constituida por una especie de portal enrejado abierto en la fachada que mira hacia el cuartel de bomberos. Esta excavación alcanzó una profundidad máxima de 4.14 metros, cuando se llega a la roca estructural de la región. En las primeras capas de tierra se descubrieron numerosos elementos del siglo XX, todos llegados al lugar producto de intervenciones reconstructivas ejecutadas a finales de la década del 60 del siglo XX.


Imagen de la excavación realizada en el fumadero sur

A partir de los 70 centímetros de profundidad desaparecen todas las evidencias del siglo XX y comienzan a aflorar objetos pertenecientes al período colonial. Lo interesante es que estas piezas no se encontraban depositadas en orden cronológico, sino que aparecían totalmente mezcladas, siendo posible encontrar a un mismo nivel elementos del siglo XIX junto a otros del siglo XVII. En este sentido es válido aclarar que este fenómeno se debe a que los estratos que se estaban recuperando constituían el sedimento que fue removido de la zona para excavar la zapata del teatro, reutilizándose toda esa tierra para rellenar el desnivel que presenta la zona producto de la inclinación natural del terreno.

En estos estratos fueron encontradas numerosas piezas de gran importancia, algunas de las cuales pudieran estar relacionadas con la construcción del teatro. Pero tal vez entre los objetos más interesantes se encuentren aquellos que pueden identificarse como aborígenes. La relevancia de estos elementos radica precisamente en que pudieran constituir las primeras evidencias arqueológicas relacionadas con el legendario pueblo aborigen de Yucayo, tradicionalmente ubicado en esa área. Hay que recordar que el cacique de este pueblo, Guayucayex, fue quien protagonizó el primer acto de rebeldía aborigen en Cuba, hacia el año 1510.


Fragmento de mayólica Santa María Polícromo                   Fragmento de mayólica Delftware azul sobre blanco

Otro de los descubrimientos de gran importancia de esta excavación fue el empedrado original de la Plaza de la Vigía. A mediados del siglo XIX la Plaza se pavimentó utilizando guijarros o “chinas pelonas”. No se había reportado con anterioridad ninguna evidencia de este primitivo pavimento, pero en la excavación realizada, a poco más de dos metros de profundidad, apareció una magnífica sección de ese empedrado. Al parecer, Dall’Aglio no levantó todo ese suelo cuando construyó el teatro, sino que lo hizo solo donde se hacía necesario cavar en el terreno, utilizando el antiguo empedrado y su apisonado como parte de las capas sobre las cuales levantó el edificio.

Pavimento de la Plaza de la Vigía descubierto en la excavación del fumadero sur

La excavación, más pequeña, se desarrolló en el interior del sótano de la platea. Aquí aparecieron igualmente numerosas piezas arqueológicas, pero esta vez halladas en perfecto orden cronológico. Fue posible detectar elementos pertenecientes a los siglos XVIII y XIX pero a poco más de un metro de profundidad se hizo imposible continuar avanzando producto de que la excavación comenzó a anegarse debido a las características cenagosas del terreno donde se realizaba el trabajo.

Por otra parte, durante las labores de restauración fue descubierta, fortuitamente, una de las letrinas del teatro. Es importante recordar que las letrinas constituían un espacio de amplio uso, no solo limitado a albergar los deshechos orgánicos, sino también toda la basura de los edificios. Por tanto, la excavación arqueológica de estos sitios constituye un trabajo fundamental para reconstruir en mejor medida la vida de las antiguas construcciones. A este lugar iban a parar los objetos más insólitos que hoy representan valiosa información arqueológica.


Interior de la letrina descubierta en el ala norte del teatro

Al hallarse este espacio, y guiados por la simetría del edificio, se decidió levantar el suelo del área similar que se encuentra en la otra ala del teatro con la esperanza de hallar una estructura de características semejantes. A escasa profundidad fue posible detectar la aparición de la otra letrina. Ambos espacios se construyeron tallando la roca estructural y levantando sobre ella una bella bóveda de ladrillos que es atravesada transversalmente por dos bellos arcos también de ladrillos. Hasta el presente, estos espacios se mantienen repletos de sedimento y serán excavados arqueológicamente en futuras campañas.

Un importante número de los valores con que cuenta el teatro, incluidos los elementos arqueológicos recuperados, formarán parte de salas expositivas dentro de los muros de este admirable edificio. En este sentido se estarán adicionando nuevos espacios que vienen a enriquecer sobremanera la significación del coliseo matancero, más allá de la función primigenia que dio paso a su erección. Se estará entonces validando, una vez más, el papel que desempeña nuestro teatro en la preservación y puesta en valor de la herencia cultural cubana.





Fuentes consultadas


Viera, Ricardo y Perez Leonel (2014). Intervenciones arqueológicas en el teatro Sauto. Gabinete de Arqueología, No. 10, año 10. Pp. 17-24.


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