Gundlach es uno de los padres de las ciencias naturales en el Caribe. Entre ellas, se destacó en el estudio de las aves, mamíferos, moluscos y crustáceos cubanos. Sus contribuciones, todavia hoy, son sumamente relevantes. Los especímenes que colectó, estudió y describió de los alrededores matanceros en sus múltiples monografías e investigaciones, son tema de citas obligatorias por los zoólogos y paleontólogos. Su contribución a estas ramas de la ciencia son todavia insuperable. Docenas de especies cubanas hoy llevan su nombre.
Este post es en honor a la vida de este naturalista tan importante para nuestra historia, quien es inspiración para tantas generaciones de científicos.
Johannes Gundlach nació en la ciudad Kessel (Hesse), Alemania, el 17 de mayo de 1810. Vivió la mayoría de su juventud en la ciudad de Marburgo más al sur, en las cercanías de Frankfurt, donde su padre fue profesor de Física y Matemáticas de la universidad homónima. En su adolescencia comienza a interesarse por las ciencias naturales y la taxidermia (el arte de embalsamar), arte y técnica que aprendió de su hermano Enrique, quien era estudiante de medicina en aquella época. Para entonces, el joven Gundlach ya estaba matriculado en la catedra de Zoología de la Universidad de Marburgo, de la cual recibe un doctorado en Zoología en 1837. Este interés lo llevó a los campos alemanes donde cazaba y montaba especímenes. En una ocasión su escopeta se dispara accidentalmente en su cara. Gundlach sobrevive el accidente pero pierde para siempre el sentido del olfato.
En 1839 llegó de pasada por Cuba en camino a Surinam por invitación de un colega, donde iría a colectar especímenes. Junto con él venían otros dos distinguidos naturalistas alemanes, Eduardo Otto y Louis Pfeiffer. Sin embargo, al enterarse que su colega fallece decide quedarse en Cuba, isla con la que comenzaba a enamorarse.
Aquí comienzan los lazos de Gundlach con nuestra ciudad de Matanzas. Ese mismo año, Carlos Booth, un hacendado matancero, lo invita a visitar sus cafetales localizados en las afueras de la ciudad de Matanzas. Uno de estos es el Cafetal Fundador de Canímar, en el lado noreste del río Canímar. Allí Gundlach descubre y describe cinco especies de murciélagos y al pájaro mosca Mellisuga helenae, el cual nombra en honor a la Sra. Helena Booth por su hospitalidad. Esto se publica entonces en la obra del gallego Juan Lembeye Las Aves de Cuba (1850). Todas estas especies no solo resultaron ser nuevas para la ciencia, sino que también endémicas de Cuba; únicas a nuestro archipiélago.
El Dr. Gundlach viajó por toda Cuba, incluyendo además otras islas del Caribe como Puerto Rico, pero Matanzas fue folcrum. Visitó extensivamente la Ciénaga de Zapata donde colectó al gran guacamayo cubano Ara cubensis, siendo el último científico en Cuba en hacerlo.
Gundlach fue reconocido por sus buenas observaciones en el campo y su maestría en la taxidermia. Sus especímenes aún se conservan en múltiples museos del mundo. Muchos de ellos formaron parte de un museo que el mismo montó en Matanzas entre 1842-1852. Participó en varios eventos internacionales donde expuso su colección, como la Exposición de Matanzas (1881), y varias en París, donde compartió y colaboró con Felipe Poey y Carlos de la Torre. Además, mantuvo correspondencias con otros científicos importantes de su época, como Dr. Lawrence, William Sharp, Ramón de la Sagra, Juan Lembeye, Wilhelm Peters y William McCleay, por no hacer una lista exhaustiva. Sus amigos lo describían como un hombre tranquilo, observador, callado y gentil.
Desafortunadamente, el prolífero Dr. Gundlach, después de medio siglo de residencia en Cuba, fallece enfermo en la Habana, el 15 de marzo de 1896. Hoy sus restos descansan en el Cementerio Colón, en el seno capitalino desde donde pronto sera recolaizados a la Atenas de Cuba.
Gundlach fue reconocido por sus buenas observaciones en el campo y su maestría en la taxidermia. Sus especímenes aún se conservan en múltiples museos del mundo. Muchos de ellos formaron parte de un museo que el mismo montó en Matanzas entre 1842-1852. Participó en varios eventos internacionales donde expuso su colección, como la Exposición de Matanzas (1881), y varias en París, donde compartió y colaboró con Felipe Poey y Carlos de la Torre. Además, mantuvo correspondencias con otros científicos importantes de su época, como Dr. Lawrence, William Sharp, Ramón de la Sagra, Juan Lembeye, Wilhelm Peters y William McCleay, por no hacer una lista exhaustiva. Sus amigos lo describían como un hombre tranquilo, observador, callado y gentil.
Desafortunadamente, el prolífero Dr. Gundlach, después de medio siglo de residencia en Cuba, fallece enfermo en la Habana, el 15 de marzo de 1896. Hoy sus restos descansan en el Cementerio Colón, en el seno capitalino desde donde pronto sera recolaizados a la Atenas de Cuba.
Gundlach es el padre de la biología de campo en todo el Caribe Insular.
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