miércoles, 26 de abril de 2017

La enigmatica pictografía de la Cueva del Ciclón


Por: Osvaldo Jiménez Vázquez



Las cuevas de Cuba guardan en sus recintos importantes testimonios gráficos de nuestros primitivos habitantes. Estos testimonios, conocidos como arte rupestre, están plasmados sobre paredes, techos y formaciones secundarias de más de un centenar de cuevas.

El arte rupestre cubano lo conforman dos tipos de manifestaciones, las pictografías y los petroglifos, ambos relacionados con creencias religiosas. Una de las pictografías más enigmáticas de Cuba, hoy infelizmente desaparecida, se encontraba en la Cueva del Ciclón, espacio hipógeo conectado con la Cueva del Gato Jíbaro, enmarcada en el Sistema Cavernario de Bellamar, costa norte de la provincia de Matanzas.

El hallazgo de este pictograma fue realizado por integrantes del grupo espeleológico Norbert Casteret entre abril y mayo de 1981, como parte de los estudios arqueológicos que realizaban en la región (imagen 1). La pictografía había sido realizada sobre un manto estalagmítico, formación secundaria situada a unos 25 metros de la entrada de la cueva y a unos 10 metros de una dolina de disolución y desplome que se halla en el centro geográfico del antro. El carbón vegetal fue el material empleado en la ejecución de la misma, por lo cual su color era negro. Su altura no superaba los 10 cm. Tanto la pictografía, como un conjunto de murales pictográficos localizados a 12 metros de esta, representan conceptualmente el estilo de “líneas inconexas” (Maciques, 1988), el cual fue ejecutado por aborígenes preagroalfareros (siboneyes). La cultura material rescatada en esta localidad confirma la relación cultural, apareciendo en las excavaciones practicadas, restos de dieta y sílex tallado (Leonel Pérez Orozco, com. pers).

Imagen 1: Foto original de la pictografia de la cueva del Ciclon, ciudad de Matanzas, Cuba.
Cotersia de Leonel Perez Orozco.

A raíz del hallazgo, los investigadores del grupo espeleológico Norbert Casteret publicaron unas notas en el boletín que producía este colectivo (no.3 año III, 1982, Matanzas), incluyendo una reconstrucción ideal de la pictografía (imagen 2), manifestando que la misma representaba la figura de un mono araña (Ateles). Posteriormente, el paleontólogo cubano Oscar Arredondo (1983), apoyó este criterio, el cual a través del tiempo ha sido sostenido por otros autores (Gutiérrez y Jaiméz, 2007).

En busca de la verdad sobre este asunto, acudimos a Leonel Pérez Orozco, actual director de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, quien fuera presidente del grupo espeleológico Norbert Casteret en los momentos del hallazgo de la pictografía. Este buen amigo, quien ya no cree que la pictografía representara un primate, nos facilitó la única imagen fotográfica que existe de la misma (imagen 1). La reconstrucción ideal y la fotografía no pueden ser comparadas correctamente, pues la primera representa una vista frontal, y la segunda, por problemas de espacio dentro de la cueva, fue tomada desde un plano inferior.

No obstante, se observan diferencias. Por ejemplo, en la fotografía la cabeza tiene forma ovalada y no está encajada entre los hombros, por otra parte, los brazos están más abiertos y ambos son iguales, a diferencia de lo que se observa en la reconstrucción. Las piernas, por su parte, están dibujadas en la reconstrucción con un trazo único, en tanto, en la foto apreciamos trazos discontinuos, como corresponde al estilo de líneas inconexas. Esta pictografía sugiere, más bien, una figura antropomorfa danzando o adorando, quizás represente un chamán en medio de un evento religioso.

Imagen 2: Interpretacion de la pictografia del Ciclon.
Notece que esta reproduccion no es fiel a la original.

Existen hechos de otra índole que refutan la representación de un mono en este pictograma. En primer lugar, los aborígenes preagroalfareros y agroalfareros (taínos) cubanos habían sustituido desde siglos atrás los referentes faunísticos continentales de su cultura, de tal manera que en el arte precolombino, sobre todo agroalfarero, son motivos reiterados lechuzas, búhos y murciélagos. Algunos autores (Harrington, 1921; Arredondo y Varona, 1983) opinaron que ciertos diseños modelados en las asas de recipientes de la cultura antes citada correspondían a rostros de monos.

Sin embargo, en la actualidad se considera que tales diseños representan rostros de murciélagos (Rodríguez, 2000; Rodríguez, 2002; Borroto y Arredondo, 2011), animales que, al igual que aves nocturnas como búhos y lechuzas, estaban posiblemente relacionados con el Coaybay, lugar a donde van las opías o almas de los muertos, señorío de Maquetaurie Guayaba (Pané, 1984). Por último, las investigaciones paleontológicas demuestran que el mono de Varona (Paralouatta varonai) única especie de primate del Cuaternario endémica de Cuba, se extinguió mucho antes del arribo del hombre precolombino a Cuba (Silva et al., 2007), y el mono de Montané (Ateles fusciceps), descubierto en la Cueva de la Boca del Purial en 1888, fue introducido hace menos de 300 años desde Sudamérica (Miller, 1916b; MacPhee y Rivero, 1996).




Notas sobre el autor:
Osvaldo es especialista mastozoólogo del Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Habana, Cuba. Esta nota es un resumen de su articulo publicado en la revista de aqueologia caribena, Cuba Arqueologica. El articulo, esta disponible aqui.  Un breve listado de sus publicaciones se pueden encontrar en Fossil Matter.




Referencias


Arredondo, O., y L. S. Varona. 1983. Sobre la validez de Montaneia anthropomorpha Ameghino, 1910 (Primates: Cebidae). Poeyana, 255: 1-21.

Borroto Páez, R. y C. Arredondo Antúnez. 2011. Los mamíferos en el arte aborigen. 213-219. En: Mamíferos en Cuba. (Eds. R. Borroto-Páez y C. A. Mancina). UPC Print, Vaasa, Finlandia. 271 pp.

Gutierrez Calvache, D. y E. J. Jaiméz Salgado. 2007. Introducción a los primates fósiles de Las Antillas. 120 años de primatología en el Caribe insular. Santo Domingo, Editora Universitaria, 208 pp.

MacPhee, R. D. E., y M. Rivero de la Calle. 1996. Accelerator mass spectrometry 14C age determination for the alleged "Cuban spider monkey", Ateles (= Montaneia) anthropomorpha. J. Human Evol., 30:89-94.

Maciques Sánchez, E. 1988. El arte rupestre de Matanzas. Revista Museo, Año I, 2° Época, junio de 1988, Matanzas, Cuba.

Miller, G. S., Jr. 1916. The teeth of a monkey found in Cuba. Smithsonian Misc. ColI., 66(13):1-3, 1 lam.

Orihuela, J. and A. Tejedor. 2012. Peter's ghost-faced bat Mormoops megalophylla (Chiroptera: Mormoopidae) from a pre-Columbian archaeological deposit in Cuba. Acta Chiropterologica, 14(1): 63-72. Available here.
Pané, R. 1984. Relación acerca de las antigüedades de los indios. México, Siglo XXI Editores S. A.

Rodríguez Arce, C. 2000. Apuntes sobre la figura del murciélago en la iconografía prehispánica de Cuba. El Caribe Arqueológico, 4: 94-99.

Rodríguez Durán, A. 2002. Los murciélagos en las culturas precolombinas de Puerto Rico. Focus, 1 (2): 15-18.

Silva Taboada, G., W. Suárez Duque y S. Díaz Franco. 2007. Compendio de los mamíferos terrestres autóctonos de Cuba vivientes y extinguidos. La Habana, Editorial Boloña, 465 pp.

Esta nota fue originalmente publicada en el blog Fossil Matter bajo el titulo La Pictografia de la Cueva del Ciclon: Primate o Chaman.


miércoles, 5 de abril de 2017

El entierro indio de El Morrillo

El valle del río Canímar, en la costa norte de la provincia de Matanzas, constituye un paraje de excepcionales valores. Además de la innegable importancia y reconocida belleza de sus atributos naturales, la región atesora una extraordinaria riqueza etnohistórica. En toda su extensión podemos hallar evidencias físicas y culturales de nuestro pasado aborigen, de la huella africana en las instalaciones industriales, del legado que dejó el español al partir de estas tierras.

La abundancia y variedad de los recursos naturales de la zona fueron clave para el asentamiento de numerosos grupos aborígenes que permanecieron allí por miles de años. Aquí se asentaron comunidades de todos los niveles de desarrollo, destacando algunos asentamientos por su singular importancia como el caso del cementerio de Canímar Abajo (el de mayor número de entierros en Cuba), las cuevas funerarias Cazuelas y el sitio El Morrillo. Este último se encuentra en la desembocadura del río, a unos 100 metros de la batería española de la cual adquiere el nombre. Este sitio arqueológico fue descubierto en 1964 por el coleccionista y espeleólogo matancero Eustaquio Calera y desde entonces ha sido objeto de numerosos trabajos arqueológicos.

El investigador Eustaquio Calera, en los trabajos del Morrillo en 1966
de la Academia de Ciencias de Cuba.
Cortesia de Jorge F. Garcell. 

El sitio termina justamente en la orilla del mar, situación que lo expone al azote continuo de las olas y el viento, particularmente en momentos de tormenta o en temporadas invernales donde los frentes fríos erosionan de manera considerable el área. Esta situación conllevó precisamente a un descubrimiento casual en el año 2009. El espeleólogo matancero Ibrahím Niebla, en visita al lugar, halló huesos humanos que se habían desprendido de una porción de la pared del sitio y habían caído a la orilla del mar. Al recoger estas evidencias se percató de que en la pared del yacimiento afloraban otros fragmentos de huesos. Ante la urgencia que se presentaba se realizó una excavación arqueológica de rescate para recuperar todas las evidencias e información posibles antes que el mar terminara por destruirlas. La excavación abarcó un área de 4 metros cuadrados y se desarrolló entre los días 14 y 15 de noviembre de 2009 (Viera, 2013).

Foto R. Viera
Parte de la playa y sitio arqueológico donde se descubrieron los restos

En estos trabajos fue posible recuperar un esqueleto humano casi completo cubierto por una capa de moluscos bivalvos. Además, se descubrieron otros objetos relacionados, entre ellos huesos de tortugas marinas y jutías, un fragmento de burén con huellas de cestería y los pedazos de tres vasijas, una de ellas con huesecillos de peces en su interior y una interesante abertura en uno de sus bordes que hace pensar en el hecho de que esa vasija pudo haber sido elaborada para colgarla. El esqueleto presentaba el cráneo orientado hacia el sureste, boca abajo, con el brazo derecho extendido y el izquierdo doblado bajo el cuerpo. Al parecer las piernas también se encontraban flexionadas a juzgar por el fragmento de la sección proximal del fémur izquierdo.

Al realizar el estudio de los restos se procedió a la restauración del cráneo a partir de los fragmentos descubiertos. En este punto quedó demostrado que el individuo presentaba deformación artificial del cráneo del tipo tabular oblicua. Esta práctica era bastante común en las comunidades agroalfareras, pero el hallazgo de El Morrillo constituye el segundo reporte oficial de un cráneo aborigen deformado artificialmente en toda la provincia de Matanzas. Al concluir los análisis pudimos determinar que la osamenta pertenecía a un individuo del sexo femenino, con una edad aproximada de entre 20 y 24 años al momento de morir y con una estatura de alrededor de 1.59 metros. Para llegar a estos resultados se tuvieron en cuenta trabajos de investigación antropológica desarrollados con anterioridad sobre la base de valores métricos y morfológicos en huesos humanos.


Foto R. Viera
Cráneo restaurado

La región donde se encuentra este importante asentamiento ha recibido el impacto generado por el hombre y aun hoy este sitio arqueológico se encuentra prácticamente desprotegido. Tanto los factores naturales como humanos han influido de manera importante en su deterioro y esto se hace evidente en los restos humanos excavados en el lugar en el año 2009. Concientizar la relevancia histórica que encierran lugares como estos constituye un aspecto clave en la preservación de nuestra herencia cultural.


Foto R. Viera
Vista parcial del esqueleto

Actualmente es posible apreciar todos los elementos recuperados en esta excavación en la sala dedicada a la Arqueología con que cuenta el Museo Memorial El Morrillo, donde además se exhiben piezas de gran importancia descubiertas en otros sitios arqueológicos de la provincia de Matanzas.



Addendum-Nuevos datos:

Hoy nos dignamos de poder hablar con un poco más de detalle sobre este individuo. Gracias a las investigaciones y análisis químicos que hemos realizado en sus huesos, sabemos cual fue el momento de su muerte y tenemos una buena aproximación de su dieta. La fecha la adquirimos a través de un fechado de radiocarbono, cual indica que esta aborigen murió y fue enterrada entre 1420 y 1523 AD, posiblemente en los albores de 1496 AD, segun el promedio estadistico del fechado. El analisis de isótopos estables sugirieren que este individuo tuvo en las ultimas decadas de su vida una dieta mixta, pero alta en proteínas de origen marino o de rio, que indican la explotación de los ecosistemas costeros, cual es comparable a algunas comunidades no agroceramistas y agroceramistas de esta zona matancera y otras en las Antillas.

Aquí invitamos al lector interesado a que lea nuestro artículo al respecto, donde aportamos más información.

Orihuela, J., R. A. Viera Muñoz, y L. Pérez Orozco (2017). Contribución a la cronología y lapaleodieta de un individuo aborigen excavado en el sitio arqueológico El Morrillo (Matanzas, Cuba). Cuba Arqueológica X (2): 16-31.