sábado, 23 de septiembre de 2017

Huracan Irma y breve historia del paso de los huracanes por Matanzas

La reciente travesía del huracán Irma por las costas norte de Cuba, incluyendo Matanzas, ha sido un terrible recordatorio no solo de la proporciones que pueden alcanzar las fuerzas naturales, sino también de la estrecha relación que existe entre estos fenómenos naturales en la historia matancera y de nuestra isla caribeña. Nuestras comunidades aborígenes agroceramistas habían asociado a los ciclones o huracanes con una poderosa deidad nombrada Guabancex, dejando de esta forma testimonio del impacto de este tipo de fenómenos en la geografía cubana.

Huracán Irma, vista de radar en septiembre del 2017

La posición geográfica de Matanzas en la costa noroccidental de la isla de Cuba, frente el Estrecho de La Florida, la hace vulnerable ante el paso de los ciclones y tormentas tropicales que comúnmente, entre los meses de septiembre y octubre, transitan hacia el norte.


La historia matancera, por ende, recoge una serie de tormentas y huracanes que por la magnitud de sus menoscabos han quedado grabados en la memoria y leyendas populares. Es un huracán el que supuestamente empuja a Ocampo, durante su oficial circunnavegación de Cuba en 1508, a recalar en la bahía de Carenas, hoy La Habana, para reparar sus carabelas. No se sabe realmente si Ocampo se refugió también en Matanzas o no, pero es fácil imaginar aquellas endebles embarcaciones a merced de los fuertes vientos huracanados y las terribles marejadas asociadas a dichas tormentas. 



El siglo XVIII fue climáticamente intenso para Matanzas y el Caribe en general. Durante este siglo se sintió el final de la Pequeña Época de Hielo con una fuerte incidencia de los fenómenos de El Niño y La Niña, que trajeron devastación para las poblaciones de la región.
En ese siglo, Matanzas recibió el impacto de una serie de tormentas y huracanes que trajeron sequías, pérdida de siembras y ganado, inundaciones, hambruna, epidemias y despoblación como resultado colateral.


Tabla atravesando una palma; vestigio de la inmensa fuerza de los vientos huracanados. 
Huracán del 20 de octubre de 1926. Colección digital de la Universidad de Miami.

Entre los más fuertes figura el huracán de 1730, que azotó la ciudad en octubre y destruyó a su paso gran parte de la pequeña comarca que era Matanzas entonces. Entre los daños recogidos por la historia local está la destrucción de la iglesia parroquial, que estaba construida sobre horcones de duras maderas, adobe y techo de guano.

Antiguo dibujo en tinta de la primitiva iglesia de San Agustín de la Florida en 1576. 
La primitiva iglesia de Matanzas debió tener un aspecto similar. 

Desde el comienzo de su construcción en 1693, conjuntamente con la fundación de la ciudad, y terminada en 1696, había fungido como el fulcro religioso de la naciente población trayendo, junto a la construcción del Castillo de San Severino, un aura de protección, tanto militar como divina.

Destrucción de la Ermita de Monserrate por el huracán de 1948. 

A raíz de este devastador suceso las reliquias del culto fueron protegidos en la casa de Diego García Amoedo, la única estructura de cantería existente en la ciudad para aquel entonces, donde se realizaron por un tiempo los ritos religiosos. Esto le permitió a Amoedo gozar de ciertos privilegios, como la concesión a su casa del título Casa de Cadenas y un escudo de armas donde se lee la inscripción: “En 19 octubre 1730 honro Dios esta casa”.

Destrucción en las calles después del huracán de 1948. 
Colección digital de la Universidad de Miami.

En el siglo siguiente varios huracanes y tormentas dejaron también su impronta en la historia por la alta pérdida de vidas humanas que dejaron en su paso. El más fuerte azotó Matanzas el 7 de octubre de 1870, llamado el Huracán de San Marcos, que causó más de 800 muertos en total, de los cuales 189 fueron victimas en Matanzas, segun el historiador Jose M. Quintero (1878). Este fuerte ciclón derribó fuerte estructuras de cantería, como el Puente de Bailen, antecesor del actual puente Calixto García, en la Calzada de Tirry. Este huracán inundó gran parte de las zonas bajas de la ciudad, como las barriadas de la Marina y Pueblo Nuevo, además de ocasionar daños importantes a parte del muelle.

Inundaciones de la zona baja del Rio San Juan. Se aprecia al fondo el puente de Tirry. 
Año 1953-1954.

El avance científico-técnico en general, particularmente en las ciencias meteorológicas, permitió a investigadores como Benito Viñes, desarrollar un mejor conocimiento y rastreo de los huracanes. Esto posibilitó un mejor pronóstico del tiempo, dando en parte algún tiempo de preparación ante la devastadora fuerza de los vientos y las inclemencias del mar.



Como dato interesante podemos decir que entre 1730 y 2008 la ciudad de Matanzas fue azotada por nada menos que 52 ciclones o huracanes.

Vista del litoral matancero bajo el azote de Irma. Notese las dimenciones de las olas.
Fotos cortesia de Cubadebate y Juventud Rebelde. 

El efecto de estos meteoros queda plasmado en fotografías de finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Entre los mayores huracanes que azotaron a Matanzas durante el siglo XX figuran el huracán del 19 de Octubre de 1926 y el Huracán Fox del 24 de octubre de 1952, que registró ráfagas de viento de más de 280 km/h, causando amplia destrucción de bienes y cosechas. Estos dos últimos, ahora en conjunto con otros como Irma, han sido considerados entre los más grandes y devastadores registrados en el occidente Cuba.


Esquina del Teatro Sauto con los escombros de un derrumbe incitado por el paso de Irma.
Fotos cortesia de Cubadebate y Juventud Rebelde. 


BIBLIOGRAFIA

- Guarch del Monte, José. (1993). Los Cemíes Olvidados. Publicigraf. La Habana.

- Pérez, Orozco, Leonel. (2012). Geografía, física, histórica-económica y urbana de la ciudad de   
  Matanzas. (Inédito).

- Pérez, Orozco, Leonel, Luis Arestuche, Johanset Orihuela y Ricardo A. Viera (2017). Matanzas en el Visor del Tiempo (seg. ed.) Ediciones Bolonas, La Habana.

- Vento Canosa, Ercilio. (1993). Rincones Perdidos. Ediciones Matanzas. Matanzas.

Alguna información tomada de:



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