sábado, 14 de septiembre de 2019

Ernesto Lecuona en Matanzas 1915

El apellido Lecuona evoca memorias de genio, prodigio y musicalidad en nuestra historia por aludir al virtuoso pianista y compositor Ernesto Lecuona. Aunque Ernesto nació en Guanabacoa, tuvo su familia una estrecha relación con nuestra ciudad de Matanzas. Su hermana Ernestina, quien también fuera excelente y reconocida pianista y compositora, nació allí. Otro Lecuona importante de nuestro pasado fue el Dr. Domingo Lecuona y Madan, quien fue alcalde de la ciudad durante la intervención norteamericana hasta 1902, cuando fue elegido gobernador de la provincia; posición que fungió hasta 1908.


Sobre una breve visita que realizó el maestro Ernesto Lecuona a Matanzas conocemos gracias a memorabilia montada y albergada en la colección especial de la Universidad Internacional de la Florida (FIU). Este incluye una carta escrita el 13 de febrero de 1915 desde el Gran Hotel Sevilla – antiguamente localizado en la esquina de la calle Milanés y Santa Teresa, hoy desaparecido, donde hoy está el Partido (PCC). La misiva, dirigida a la Sra. Estela Lamar, “viuda del Dr. Olivera” incluye un detallado membrete del Gran Hotel que vale la pena compartir. Además, el momento recoge un abanico y dos tarjetas francesas con piezas compuestas por el gran maestro Lecuona en sus viajes durante junio de 1917 y dedicadas a las señoritas “Margot” y Graciela. Margarita y Graciela eran quizás hijas del Dr. Olivera y la Sra. Lamar, por quien Lecuona demuestra evidente aprecio y cariño.


Interesantemente, el Gran Hotel Sevilla no aparece entre los once hoteles-restaurantes de 1930. Estamos tratando de profundizar sobre esta historia. Si cree que pudiera ayudarnos, favor de dejarnos un mensaje o remitirnos un correo electrónico. Nos encantaría saber más del hotel Sevilla y de la familia Olivera Lamar.



Extendemos nuestro sincero agradecimiento al maestro pianista José Ruiz Elcoro por responder algunas de nuestras preguntas musicales sobre la música y los conservatorios de música en Matanzas, en esa época. Y por su guía hacia los trabajos de Cuba Musical (1929) y la colección Ayala en la FIU. Fue el, el primero en reconocer la importancia de este momento.



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