Chino en su casa instalada en una cueva matancera. (Fuente: Biblioteca del Congreso, USA). |
Los primeros asiáticos llegaron a Cuba bajo contrato – otros esclavizados – circa 1847, según cuenta la historia establecida. En su mayoría estos fueron generalmente cantoneses, venidos por los puertos de Hong Kong, Taiwán o Macao y también desde San Francisco, en los Estados Unidos. A pesar de ser este movimiento migratorio mayormente decimonónico en carácter, contamos ahora con documentos ineditos que insinúan una presencia asiática en Matanzas por lo menos desde finales del siglo XVIII.
Este es el caso del chino Bartolomé del Castillo, conocido por el alias de Talego, quien fue esclavo del alguacil mayor Joseph del Castillo; aquel mismo patrocinador de la construcción de la batería de San José de la Vigía entre 1745 a 1752, y la reconstrucción del Castillo de San Severino entre 1768 y 1778.
Sabemos de Talego porque en octubre de 1781 fue sentenciados a 5 años de labor forzada en las obras de la ciudad de Matanzas, en especial su nueva cárcel, por haber asesinado al “guachinango Gutiérrez”.
De esta manera registramos una de las más tempranas presencias asiática en la ciudad de Matanzas. Es posible que ya desde finales del siglo XVIII haya comenzado, aunque quizás en pocos individuos, esta migración asiática a Cuba. En especial, los chinos o culíes, jugaría un papel significativo en la industria azucarera entre un sinfín de otras industrias y actividades. Aquellas de nuestra historia incluye los casos peculiares de la demolición de la batería de La Vigía en agosto de 1862, y el descubrimiento de las famosísimas Cuevas de Bellamar, también por esa época. Emigrantes del Imperio Celeste, sin duda fueron un componente que ayudaría a enriquecer el ajiaco cultural, étnico e histórico que conforma nuestra nación.
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