Otro aspecto interesante es el uso de fechas y nombres que realmente forman parte de la historia de Matanzas. Por ejemplo, la familia Oramas es una de las 30 familias fundadoras de la ciudad, que desde 1693, viven en el espacio que ocupa hoy la Atenas de Cuba. El ingeniero Dionisio Valdenoches, como aparece inscrito su nombre en los planos y documentos de la época, fue el encargado de reconstruir el fuertecillo colonial en la desembocadura del río Canímar que todos conocemos como El Morrillo.
Sin más demora, aquí les va la leyenda del Perro Invisible de Matanzas:
"Doña Ramonita Oramas, viuda de Solís, vivía, al comienzo del año 1770, honestamente pobre y sola en una pequeña casa alejadas de la Plaza de Armas (hoy de la Vigía, en Matanzas).
Pero Ramonita tenía un fiel compañero de soledad en su enorme perro de blanco pelaje, al que ella llamaba Capitán.
Ramonita cosía primorosamente, hacia dulces y favores, y era recibida, por estar emparentada lejanamente con familias distinguidas, en todas las buenas casas de la población.
Con lluvia sofocante o calor mortificador todo vecino curioso podía ver a Ramonita, acompañada de Capitán, camino a la iglesia todos los días del año. Ella entraba y el perro se echaba en la puerta del templo en espera de su ama. Misa diaria y comunión frecuente eran el consuelo y sostén del valeroso corazón de la viuda cincuentona y hacendosa.
Ramonita tenía un curioso secreto: ella le había pedido a la Santísima Virgen, que le diera mucha vida a su perro, para que Capitán, su único compañero, pudiera estar con ella hasta que la muerte la llamara.
Así es que Ramonita se emocionó mucho cuando una mañana vio, desde su banco, que Capitán, rompiendo la costumbre de esperarla en la puerta entraba en la iglesia y se detenía frente a un altar lateral donde estaba la imagen de la Virgen Santísima y, después de mirar largamente la imagen se echaba frente a ella.
En la casi desierta iglesia nadie vio a Capitán echado a los pies de la Virgen María.
Y este episodio insólito de la vida de Capitán no tuvo más testigo que su ama, lo que no lo interpreto como una respuesta de la Santísima Virgen a su ruego de larga vida para Capitán.
…oOo…
Nadie pudo explicar cómo había ocurrido el hecho: Capitán, el enorme perro blanco de Dona Ramonita, estaba muerto en la calle, frente a la iglesia, con la cabeza rota. Ramonita lloro a Capitán y rezo por el diariamente ante el altar de la Virgen María.
Tres semanas después de la muerte de Capitán, sintió Ramonita que en el patio de su casita ladraba un perro con el ladrido, inconfundible para ella, de su desaparecido Capitán.
Ante la insistencia del ladrido, Ramonita, se asomó al patio…Y vio a Capitán…Si, era Capitán, pero transformado, tenía el pelo blanco como si estuviera hecho de luna, y los ojos se le habían vuelto azules y luminosos…
Ramonita, sin miedo, llamo al perro…Y éste vino a ella meneando la cola jubiloso y le lamió las manos…Después se hizo invisible, desapareció…
…oOo…
Llego el mes de enero de 1771. Ramonita, en su lecho de muerte, revelo que todos los días veía a Capitán transfigurado en un ser protector y que era capaz de estar junto con ella, pero invisible…
Y Ramonita aseguro que ella sabía que la Virgen le había concedido vida eterna a su perro, que había hecho de Capitán un invisible amigo de Matanzas para ayudar a los buenos…
Ramonita murió…y los amigos de Ramonita pensaron que la historia que ella conto, poco antes de morir, no era más que un delirio de enfermo que se muere.
Una noche en marzo de 1771, el maestro Don Pablo García (que había sido traído de La Habana por el Regidor Waldo García de Oramas, lejano pariente de Ramonita) vio un perro enorme de pelambre como hecho de luna y ojos luminosamente azules….Pero que, ante sus ojos, se hizo invisible…
Y el maestro Don Pablo hablo mucho del perro que se hacía invisible. Y el Regidor Don Waldo García de Oramas, oyendo al maestro, llego a pensar que ese perro era Capitán…y recordó lo que decían había contado Doña Ramonita Oramas el día que se murió…
…oOo…
Y en el año 1779 vio al perro que se hacía invisible, el teniente de Infantería e Ingeniero Don Dionisio Baldenoches. Y lo vio el alcalde de Matanzas, Don Ignacio de Lamar, en el año 1801. Y también lo vio, en el año 1815, el Brigadier Don Juan Tirry.
Pero todos estos testigos de la vida invisible y al parecer eterna, del perro lunar pelaje y ojos azules y luminosos, en su oportunidad quitaron importancia a sus repetidos encuentros con el perro invisible de Matanzas, y terminaron afirmando que tal vez lo que cada uno de ellos vio, fue una sobre en la noche llena de luna que confundieron con un perro…
Y el perro invisible de Matanzas se hizo firme tradición.
En Europa, en Niza, un matancero: Alejandro Odero (nació en 1827), pintó al “Perro Invisible de Matanzas”, y el cuadro de tema tan absurdo años después se perdió.
El poeta José Jacinto Milanés y Fuentes, afirmaba en febrero de 1863, que él conocía al Perro Invisible…Y que sabía que ese perro invisible casi siempre, era el consuelo de los solitarios, amigo de los artistas y poetas, y fiel protector del alma inmortal de la ciudad de Matanzas.
El poeta nacional Bonifacio Byrne, escribió un soneto al perro invisible. ¿Lo vio? Nadie sabe si vio alguna vez al perro invisible.
El perro invisible sigue cumpliendo su misión misteriosa por la calles de la ciudad de Matanzas y, los que pueden verlo, saben que es aquel mismo perro que describió Doña Ramonita Oramas viuda de Solís, en su lecho de muerte, en el apenas recordado año de 1771".
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