El insigne
historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, fue ayer
declarado hijo adoptivo de nuestra ciudad de San Carlos de Matanzas. Al historiador
fue otorgado una réplica del escudo o blasón de la ciudad de Matanzas, confeccionado
en plata y montado en un armazón de madera con letras de oro, gesto de inmenso
agradecimiento de la Oficina del Conservador de la Ciudad y su director Leonel
Pérez Orozco. Este momento marcó un hito en nuestra historia local por ser la
primera vez que se otorga esta condecoración en nuestra historia.
Escudo de la
ciudad de San Carlos de Matanzas, (izquierda), Magazine La Lucha (1926). Escudo republicano (derecha),
Treserra (1941). |
El evento tomo
lugar en la recién restaurada Sala White, frente al Parque de la Libertad, en compañía
de una comitiva de ciudadanos y representantes estatales, municipales y de las
Oficinas del Conservador e Historiador de la ciudad, quienes propiciaron dicho
acto. El historiador capitalino, Dr. Leal, quedó muy satisfecho ante tan digno
evento, quien con sus elocuentes palabras se consideró “el mascarón de proa de un galeón artillado” para el orgullo de
todos.
Momento en que el conservador Leonel Pérez Orozco coloca la condecoración al Dr. Eusebio Leal. Inferior: Dr. Eusebio Leal mostrando el galardón. (Cortesia de Habana Radio). |
El conservador
de la ciudad, Leonel Pérez Orozco pronunció palabras de honor, elogio e
interminable agradecimiento por lo que Leal ha representado para Matanzas, la capital
y el resto de la isla, en cuanto a la protección de su patrimonio y devenir histórico.
Según el Dr. Ercilio Vento Canosa, Historiador de la Ciudad, “hacía muchos años que no se escuchaba en
Matanzas, desde la época de Medardo Vitier un verbo tan cálido y genial como el
que hoy” Orozco regaló a Leal. El director de la Casa de la Memoria Escénica,
el dramaturgo Ulises Rodríguez Febles, adicionó que “fue un discurso desde la pasión y la poesía; una oratoria digna para la
Atenas de Cuba…”
El Dr. Eusebio
Leal Spengler (izquierda en gris) y
Leonel Pérez Orozco, Conservador de la
Ciudad de Matanzas (de traje en la extrema derecha).
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A continuación, compartimos
las memorables palabras de elogio al Dr. Leal, enunciadas por el conservador
Leonel Pérez Orozco, quien tituló la oratoria
EL SECRETO DE
LAS MANOS INQUIETAS
Hoy, el estudio
intrínseco de la historia y el patrimonio de nuestra patria, y de cada rincón
de la misma, es el germen fecundo de los progresos inmensos de nuestra
civilización y el más hermoso galardón que puede ostentar una nación a sus
futuras generaciones, porque en este estudio esta para siempre la conservación
de nuestras raíces y la certera brújula de nuestro futuro.
Pocos en Cuba,
han imaginado el destino del patrimonio cubano, con tan grande ambición y tan
vehemente esperanza como Eusebio Leal Spengler. Es por eso que podemos afirmar
que, durante la presente generación, no se ha llevado a cabo otra empresa patrimonial
de tal magnitud en Cuba, que, además, abarque los más diversos lugares de
nuestra isla donde siempre ha estado su mano, su acertado juicio, o su apoyo espiritual.
Han trascurrido
muchos lustros desde la fecha en que un joven loco, cargaba de un lugar a otro
en carretilla o a mano, los más diversos objetos que alguien le regalaba u
otros botaban sin saber que, en esa acción, despojaban a la patria de un ropaje
que, al faltar, no nos dejaba ver un futuro coherente.
Dos grandes
hombres he conocido en mi vida y ambos han dejado en mí la profunda impresión
del orgullo, y porque no, la noble vanidad de sentirme privilegiado. Eusebio, el
primer recuerdo que guardo de Eusebio Leal, - y, perdonen está casi necesaria
evocación personal- era yo un joven que escuchaba en un viejo radio Olimpo de
caja de madera junto a mi noble madre, las noticias de la noche, cuando aquel
nombre irrumpió en la sala de mi casa… era algo que tenía que ver con la
inauguración de un nuevo espacio en la capital, y por la magia de la radio,
allí, en mi sala, Eusebio nos habló con su verbo sabio y preciso. Al final,
ella me dijo “…ese hombre es un ejemplo a
seguir, tienes que estudiar mucho para ser como el algún día...”. Fue a
partir de ese momento, que seguí los logros que iba teniendo el historiador de
la Habana que día a día transformaba la faz cansada de la noble capital de
todos los cubanos, en una hermosa y fresca ciudad, los seguí de muy cerca y lo
empecé a ver como un faro que tendríamos que alcanzar, hoy pienso, mirando al
mozalbete que era en aquellos tiempos. ¿Quién te iba a decir que un día
estarías frente a él, con la gran responsabilidad de expresar el elogio que la
Atenas de Cuba dedica a su obra y a su fructífera vida? Estas palabras pues,
son el fruto de la admiración, el juicio del amigo, la reflexión del
investigador y el profundo agradecimiento de un discípulo, al apostolado sabio
y preciso de quien, como bien dice un común y querido amigo, “Eusebio Leal-El Patriarca”.
Los años han pasado, la imagen de aquel hombre
ha crecido y se ha hecho gigante, …sin la sombra ignoraríamos el valor de la
luz… hoy su luz a sorprendido a los miopes de futuro que lo catalogaron de loco,
y al establecer comparaciones entre él y los miles de ciegos con que tropezó en
su vida, es justo afirmar que, con nosotros esta hoy, el orgullo de ser
cubanos, revolucionarios, martianos, e interiormente visionarios e idealistas porque,
Eusebio al igual que José Ingenieros, nos ha demostrado que “… cuando pones la proa visionaria hacia una
estrella y tiendes el ala hacia tales excelsitudes, irascible y afanoso de
perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti, el resorte misterioso de
un ideal…” y es entonces cuando la realidad se forja más innegable y justa.
Eusebio resulta
de la talla de los que han forjado, desde la intelectualidad ejecutiva y
trabajadora, la nacionalidad cubana de hoy, con su proverbial austeridad, con
su verbo siempre encendido y culto, con la pericia de un timonel que guía sus
actos como nave segura por procelosos mares, ha logrado sus altos propósitos
con la serenidad de quien sabe que, su fin martiano, es el de todos, y para el
bien de todos.
Cuando en 1425
la Doncella de Orleans, Juana de Arcos confesaba oír voces de libertad y lucha,
550 años después el caballero de San Cristóbal,
Eusebio Leal, en plena faena de su vida, escucha dos sonidos en su mente
que lo han mantenido despierto y seguro por siempre, uno que respondía a los
gritos de dolor de un patrimonio olvidado y maltratado y el otro, que le
hablaba de cielos azules y esperanzas futuras que en aquella época eran irrealizables,
pero la profunda cultura de Leal y su fe inquebrantable en el futuro, lo
proyecto hacia todos los ángulos del saber humano y el caudal de su sabiduría y
dignidad intelectual revolucionaria, su
visión mesiánica y futurista, le hacía penetrar en los más ocultos rincones del
saber humano extrayendo de ellos la sabia vital de hombres como Martí o Jaime Torres,
ese profeta y hermano Mexicano del cual tomo sus ideas y las visto, con el
ejemplo de Leal y que me permiten decir
hoy, …Hermanos, Eusebio Leal Spengler es el hombre que tiene valor y
confianza ante el porvenir, sustentado en la grandeza de nuestro pasado, porque,
Eusebio Leal nos enseñó que… “las
civilizaciones pasan, pero en los hombres queda para siempre en la gloria de
que otros hombres hallan luchado para erigirlas”.
Y cito a Fermín
Peraza, cuando en su elogio al gran matancero Emilio Blanchet en 1946 decía, “…Las grandes síntesis solo son posibles
cuando se ha hecho luz sobre los aspectos que constituyen su objetivo…”
La vida de Leal,
orgullo de todos los cubanos, es, en síntesis, el dejar para el futuro el
legado de nuestra historia que es hoy paradigma de todo el universo. El
proyecto de Eusebio Leal al transformar
y rescatar el patrimonio cubano,
fue concebido en circunstancias extraordinarias, fue sin dudas un proyecto
admirable de fe, que lo sostiene hasta hoy y lo hace irradiar su luz, salvando
toda clase de obstáculos, venciendo todo género de contrariedades, dando sublime
ejemplo de perseverancia y de convicción, escalando la inaccesible cima, del
sacrificio de su vida y salud, transformando a su alrededor por el poder de su
inteligencia y convencimiento ,el perfil, de toda una nación, por eso hoy, se
me antoja decir glosando la máxima colombina, y con absoluta convicción.
Para Cuba y el
orbe del Nuevo Mundo hallo Leal. Y, sin embargo, tan grande de nuestra patria,
es el más modesto de todos, es el que ha instruido como regla de su vida, que
toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, y en los más encumbrados sitios,
en las lejanas tierras que lo han conocido, en los barrios de obreros simples, o
en los salones imperiales que ha pisado, ha dicho, como en el soneto del
infortunado Placido
“… Yo, Nada
En la sonante orilla del mar gritaba un loco,
Y más curiosos a él llegaban,
Los ve y sonríe…
Qué diablos es, La turba dice airada
Más él en tono grave les contesta
Nada señores,
Y lo he dicho, nada.
Y aquí amigos todos, Matanceros,
Cubanos,
Aquí, entre nosotros, para que todos los privilegiados
presentes digan un día, sí, yo estuve allí,
Está: el joven que
logro lo que quería”.
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