miércoles, 7 de marzo de 2018

Leal, Hijo Adoptivo de la Ciudad de Matanzas

El insigne historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, fue ayer declarado hijo adoptivo de nuestra ciudad de San Carlos de Matanzas. Al historiador fue otorgado una réplica del escudo o blasón de la ciudad de Matanzas, confeccionado en plata y montado en un armazón de madera con letras de oro, gesto de inmenso agradecimiento de la Oficina del Conservador de la Ciudad y su director Leonel Pérez Orozco. Este momento marcó un hito en nuestra historia local por ser la primera vez que se otorga esta condecoración en nuestra historia.

Escudo de la ciudad de San Carlos de Matanzas, (izquierda), Magazine La Lucha (1926). Escudo republicano (derecha),
Treserra (1941). 

El evento tomo lugar en la recién restaurada Sala White, frente al Parque de la Libertad, en compañía de una comitiva de ciudadanos y representantes estatales, municipales y de las Oficinas del Conservador e Historiador de la ciudad, quienes propiciaron dicho acto. El historiador capitalino, Dr. Leal, quedó muy satisfecho ante tan digno evento, quien con sus elocuentes palabras se consideró “el mascarón de proa de un galeón artillado” para el orgullo de todos. 



Momento en que el conservador Leonel Pérez Orozco coloca la condecoración al Dr. Eusebio Leal.
Inferior: Dr. Eusebio Leal mostrando el galardón. (Cortesia de Habana Radio).
El conservador de la ciudad, Leonel Pérez Orozco pronunció palabras de honor, elogio e interminable agradecimiento por lo que Leal ha representado para Matanzas, la capital y el resto de la isla, en cuanto a la protección de su patrimonio y devenir histórico. Según el Dr. Ercilio Vento Canosa, Historiador de la Ciudad, “hacía muchos años que no se escuchaba en Matanzas, desde la época de Medardo Vitier un verbo tan cálido y genial como el que hoy” Orozco regaló a Leal. El director de la Casa de la Memoria Escénica, el dramaturgo Ulises Rodríguez Febles, adicionó que “fue un discurso desde la pasión y la poesía; una oratoria digna para la Atenas de Cuba…”


El Dr. Eusebio Leal Spengler (izquierda en gris) y 
Leonel Pérez Orozco, Conservador de la Ciudad de Matanzas (de traje en la extrema derecha). 

A continuación, compartimos las memorables palabras de elogio al Dr. Leal, enunciadas por el conservador Leonel Pérez Orozco, quien tituló la oratoria

EL   SECRETO   DE   LAS   MANOS   INQUIETAS

Hoy, el estudio intrínseco de la historia y el patrimonio de nuestra patria, y de cada rincón de la misma, es el germen fecundo de los progresos inmensos de nuestra civilización y el más hermoso galardón que puede ostentar una nación a sus futuras generaciones, porque en este estudio esta para siempre la conservación de nuestras raíces y la certera brújula de nuestro futuro.
Pocos en Cuba, han imaginado el destino del patrimonio cubano, con tan grande ambición y tan vehemente esperanza como Eusebio Leal Spengler. Es por eso que podemos afirmar que, durante la presente generación, no se ha llevado a cabo otra empresa patrimonial de tal magnitud en Cuba, que, además, abarque los más diversos lugares de nuestra isla donde siempre ha estado su mano, su acertado juicio, o su apoyo espiritual.

Han trascurrido muchos lustros desde la fecha en que un joven loco, cargaba de un lugar a otro en carretilla o a mano, los más diversos objetos que alguien le regalaba u otros botaban sin saber que, en esa acción, despojaban a la patria de un ropaje que, al faltar, no nos dejaba ver un futuro coherente.
Dos grandes hombres he conocido en mi vida y ambos han dejado en mí la profunda impresión del orgullo, y porque no, la noble vanidad de sentirme privilegiado. Eusebio, el primer recuerdo que guardo de Eusebio Leal, - y, perdonen está casi necesaria evocación personal- era yo un joven que escuchaba en un viejo radio Olimpo de caja de madera junto a mi noble madre, las noticias de la noche, cuando aquel nombre irrumpió en la sala de mi casa… era algo que tenía que ver con la inauguración de un nuevo espacio en la capital, y por la magia de la radio, allí, en mi sala, Eusebio nos habló con su verbo sabio y preciso. Al final, ella me dijo “…ese hombre es un ejemplo a seguir, tienes que estudiar mucho para ser como el algún día...”. Fue a partir de ese momento, que seguí los logros que iba teniendo el historiador de la Habana que día a día transformaba la faz cansada de la noble capital de todos los cubanos, en una hermosa y fresca ciudad, los seguí de muy cerca y lo empecé a ver como un faro que tendríamos que alcanzar, hoy pienso, mirando al mozalbete que era en aquellos tiempos. ¿Quién te iba a decir que un día estarías frente a él, con la gran responsabilidad de expresar el elogio que la Atenas de Cuba dedica a su obra y a su fructífera vida? Estas palabras pues, son el fruto de la admiración, el juicio del amigo, la reflexión del investigador y el profundo agradecimiento de un discípulo, al apostolado sabio y preciso de quien, como bien dice un común y querido amigo, “Eusebio Leal-El Patriarca”.

Los años han pasado, la imagen de aquel hombre ha crecido y se ha hecho gigante, …sin la sombra ignoraríamos el valor de la luz… hoy su luz a sorprendido a los miopes de futuro que lo catalogaron de loco, y al establecer comparaciones entre él y los miles de ciegos con que tropezó en su vida, es justo afirmar que, con nosotros esta hoy, el orgullo de ser cubanos, revolucionarios, martianos, e interiormente visionarios e idealistas porque, Eusebio al igual que José Ingenieros, nos ha demostrado que “… cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tales excelsitudes, irascible y afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti, el resorte misterioso de un ideal…” y es entonces cuando la realidad se forja más innegable y justa.

Eusebio resulta de la talla de los que han forjado, desde la intelectualidad ejecutiva y trabajadora, la nacionalidad cubana de hoy, con su proverbial austeridad, con su verbo siempre encendido y culto, con la pericia de un timonel que guía sus actos como nave segura por procelosos mares, ha logrado sus altos propósitos con la serenidad de quien sabe que, su fin martiano, es el de todos, y para el bien de todos.

Cuando en 1425 la Doncella de Orleans, Juana de Arcos confesaba oír voces de libertad y lucha, 550 años después el caballero de San Cristóbal,  Eusebio Leal, en plena faena de su vida, escucha dos sonidos en su mente que lo han mantenido despierto y seguro por siempre, uno que respondía a los gritos de dolor de un patrimonio olvidado y maltratado y el otro, que le hablaba de cielos azules y esperanzas futuras que en aquella época eran irrealizables, pero la profunda cultura de Leal y su fe inquebrantable en el futuro, lo proyecto hacia todos los ángulos del saber humano y el caudal de su sabiduría y dignidad intelectual  revolucionaria, su visión mesiánica y futurista, le hacía penetrar en los más ocultos rincones del saber humano extrayendo de ellos la sabia vital de hombres como Martí o Jaime Torres, ese profeta y hermano Mexicano del cual tomo sus ideas y las visto, con el ejemplo de Leal y que me permiten decir  hoy, …Hermanos, Eusebio Leal Spengler es el hombre que tiene valor y confianza ante el porvenir, sustentado en la grandeza de nuestro pasado, porque, Eusebio Leal nos enseñó que… “las civilizaciones pasan, pero en los hombres queda para siempre en la gloria de que otros hombres hallan luchado para erigirlas”.

Y cito a Fermín Peraza, cuando en su elogio al gran matancero Emilio Blanchet en 1946 decía, “…Las grandes síntesis solo son posibles cuando se ha hecho luz sobre los aspectos que constituyen su objetivo…”

La vida de Leal, orgullo de todos los cubanos, es, en síntesis, el dejar para el futuro el legado de nuestra historia que es hoy paradigma de todo el universo. El proyecto de Eusebio Leal al transformar  y rescatar el  patrimonio cubano, fue concebido en circunstancias extraordinarias, fue sin dudas un proyecto admirable de fe, que lo sostiene hasta hoy y lo hace irradiar su luz, salvando toda clase de obstáculos, venciendo todo género de contrariedades, dando sublime ejemplo de perseverancia y de convicción, escalando la inaccesible cima, del sacrificio de su vida y salud, transformando a su alrededor por el poder de su inteligencia y convencimiento ,el perfil, de toda una nación, por eso hoy, se me antoja decir glosando la máxima colombina, y con absoluta convicción.
Para Cuba y el orbe del Nuevo Mundo hallo Leal. Y, sin embargo, tan grande de nuestra patria, es el más modesto de todos, es el que ha instruido como regla de su vida, que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, y en los más encumbrados sitios, en las lejanas tierras que lo han conocido, en los barrios de obreros simples, o en los salones imperiales que ha pisado, ha dicho, como en el soneto del infortunado Placido

“… Yo, Nada
En la sonante orilla del mar gritaba un loco,
Y más curiosos a él llegaban,
Los ve y sonríe…
Qué diablos es, La turba dice airada
Más él en tono grave les contesta
Nada señores,
Y lo he dicho, nada.
Y aquí amigos todos, Matanceros,
Cubanos,
Aquí, entre nosotros, para que todos los privilegiados presentes digan un día, sí, yo estuve allí,

 Está: el joven que logro lo que quería”.




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