Fieles a nuestras convicciones de profundizar sobre la historia de Matanzas – ya bien sea desde las ciencias sociales y antiguos documentos – finalmente nos encontramos satisfechos de ver publicado nuestro tratado sobre los procesos que dieron principio oficial a la ciudad. Este ha sido un proyecto prolongado, comenzado desde el 2016 con la búsqueda y adquisición de requerida documentación en archivos españoles, seguido por búsquedas exhaustivas en repositorios nacionales y locales.
En general, en el trabajo se aborda una variada gama de fuentes documentales y se exponen novedosos datos sobre los actos fundacionales y la preparación del terreno que se convertiría luego en ciudad. Ya en otros posts – y publicaciones – hemos discutido y difundido sobre la inmigración isleña, la demografía, el primer escudo diseñado para representar a la ciudad, los mapas utilizados para la fundación, entre otras cuestiones.
En esta ocasión compartimos un breve abstracto de las conclusiones. Para más información, convidamos al lector interesado que acceda al documento original, en el cual se presenta una amplia lista de materiales de obligada consulta para continuar con el rescate histórico que nos proponemos, y al que otros igualmente contribuyen o contribuirán. Este es nuestro granito de arena.
[…La información presentada, alguna de ella novedosa e inédita, nos permite múltiples perspectivas sobre el proceso pre y fundacional, donde resaltan cuatro momentos importantes. El primero a finales de 1681, cuando el gobernador Fernández de Córdoba impulsa, con un reconocimiento de la bahía, cálculos y planos realizados por el ingeniero Juan de Síscara, el proceso de fortificación y población que fue aprobado en la real cédula del 12 de abril de 1682. En este momento se escoge el sitio para urbanizar al fondo de la bahía entre los ríos San Juan y Yumurí. El segundo entre 1687 y 1688, cuando el gobernador Diego Viana Hinojosa adquiere permiso real para fortificar la desembocadura del río San Juan y realiza los primeros trabajos en el sitio que sería luego la ciudad de Matanzas al comenzar una cantera y un horno de cal. El tercer momento ocurre en enero de 1690, cuando el gobernador interino Severino de Manzaneda realiza un viaje de reconocimiento, igualmente acompañado por el ingeniero Juan de Síscara donde se insiste en los errores de los reconocimientos y planos anteriores. La Laja resultó no ser un obstáculo y Manzaneda sugirió relocalizar la ubicación de la fortaleza más al fondo de la bahía. Un cuarto momento fue el fundacional, en el año 1693. Desde enero se desmontó, delineó y midió el terreno que sería la urbe y se reubicó la fortaleza en contra de las órdenes reales. Las dimensiones que tomaría la extensión urbana y los solares fueron resultado de mediciones tomadas desde enero de 1693 por el agrimensor Uribe Ozeta y el ingeniero militar Juan de Herrera. Las primeras familias de emigrantes canarios llegaron al sitio a finales de mayo de 1693 para comenzar a poblar en vísperas de la fundación. Asimismo, pasaron el asentista, maestros y esclavos constructores a continuar las construcciones de la fortaleza.
El castillo tuvo meses de preparación y condicionamiento del terreno desde enero de ese mismo año, lo que puede interpretarse como el comienzo de la construcción, aunque su “primera piedra” no fue colocada oficialmente hasta el 13 de octubre de 1693. Al final, el Castillo de San Severino no se construyó en Punta Gorda, según estrictamente le indicó la Junta y el Rey a Manzaneda. Esta localidad constituye un accidente geomorfológico que ha variado en cuanto a su ubicación en la cartografía de la bahía desde entonces. Igualmente surgen los topónimos del “Morrillo” y “la Vigía”, entre otros, como puntos identificados y con orígenes anteriores a 1693. Nuestro análisis revela que la playa arenosa del margen norte del antiguo río de Matanzas, actual San Juan, ya se conocía como “de la Vigía” desde el tiempo de Viana, lo que se extendió luego a la toponimia de la primera plaza fundacional y el fuerte que años después se construyó allí, y no viceversa, como se pensaba tradicionalmente.
Matanzas finalmente emergió de un plan predestinado con planta detallada y el impulso de las cédulas reales. Pero no siguió a rajatablas todas las ordenanzas reales o Leyes de Indias. Entre las labores reluce el desempeño del ingeniero Juan de Herrera, el agrimensor-escribano Juan de Uribe Ozeta en todo el proceso fundacional, siendo igualmente importante el aporte de Juan de Síscara sobre la organización cartográfica y el planeamiento en la disposición final de la ciudadela sobre el terreno.”]
Esperamos que este nuevo tratado aporte mayor conocimiento y reveladores datos no solo al pueblo matancero, sino a todos los coterráneos interesados en nuestra identidad y en nuestras raíces. Que esta información continúe guiándonos en develar nuestra identidad.
Cita recomendada
Orihuela León, J., R. A. Viera Muñoz, & O. Hernández-de-Lara (2020). Los procesos prefundacionales de San Carlos de Matanzas (1680-1695): perspectivas historiográficas. Cuba Arqueológica 13(1): 39-64.
Disponible a descargar gratis, aqui.
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