miércoles, 5 de abril de 2017

El entierro indio de El Morrillo

El valle del río Canímar, en la costa norte de la provincia de Matanzas, constituye un paraje de excepcionales valores. Además de la innegable importancia y reconocida belleza de sus atributos naturales, la región atesora una extraordinaria riqueza etnohistórica. En toda su extensión podemos hallar evidencias físicas y culturales de nuestro pasado aborigen, de la huella africana en las instalaciones industriales, del legado que dejó el español al partir de estas tierras.

La abundancia y variedad de los recursos naturales de la zona fueron clave para el asentamiento de numerosos grupos aborígenes que permanecieron allí por miles de años. Aquí se asentaron comunidades de todos los niveles de desarrollo, destacando algunos asentamientos por su singular importancia como el caso del cementerio de Canímar Abajo (el de mayor número de entierros en Cuba), las cuevas funerarias Cazuelas y el sitio El Morrillo. Este último se encuentra en la desembocadura del río, a unos 100 metros de la batería española de la cual adquiere el nombre. Este sitio arqueológico fue descubierto en 1964 por el coleccionista y espeleólogo matancero Eustaquio Calera y desde entonces ha sido objeto de numerosos trabajos arqueológicos.

El investigador Eustaquio Calera, en los trabajos del Morrillo en 1966
de la Academia de Ciencias de Cuba.
Cortesia de Jorge F. Garcell. 

El sitio termina justamente en la orilla del mar, situación que lo expone al azote continuo de las olas y el viento, particularmente en momentos de tormenta o en temporadas invernales donde los frentes fríos erosionan de manera considerable el área. Esta situación conllevó precisamente a un descubrimiento casual en el año 2009. El espeleólogo matancero Ibrahím Niebla, en visita al lugar, halló huesos humanos que se habían desprendido de una porción de la pared del sitio y habían caído a la orilla del mar. Al recoger estas evidencias se percató de que en la pared del yacimiento afloraban otros fragmentos de huesos. Ante la urgencia que se presentaba se realizó una excavación arqueológica de rescate para recuperar todas las evidencias e información posibles antes que el mar terminara por destruirlas. La excavación abarcó un área de 4 metros cuadrados y se desarrolló entre los días 14 y 15 de noviembre de 2009 (Viera, 2013).

Foto R. Viera
Parte de la playa y sitio arqueológico donde se descubrieron los restos

En estos trabajos fue posible recuperar un esqueleto humano casi completo cubierto por una capa de moluscos bivalvos. Además, se descubrieron otros objetos relacionados, entre ellos huesos de tortugas marinas y jutías, un fragmento de burén con huellas de cestería y los pedazos de tres vasijas, una de ellas con huesecillos de peces en su interior y una interesante abertura en uno de sus bordes que hace pensar en el hecho de que esa vasija pudo haber sido elaborada para colgarla. El esqueleto presentaba el cráneo orientado hacia el sureste, boca abajo, con el brazo derecho extendido y el izquierdo doblado bajo el cuerpo. Al parecer las piernas también se encontraban flexionadas a juzgar por el fragmento de la sección proximal del fémur izquierdo.

Al realizar el estudio de los restos se procedió a la restauración del cráneo a partir de los fragmentos descubiertos. En este punto quedó demostrado que el individuo presentaba deformación artificial del cráneo del tipo tabular oblicua. Esta práctica era bastante común en las comunidades agroalfareras, pero el hallazgo de El Morrillo constituye el segundo reporte oficial de un cráneo aborigen deformado artificialmente en toda la provincia de Matanzas. Al concluir los análisis pudimos determinar que la osamenta pertenecía a un individuo del sexo femenino, con una edad aproximada de entre 20 y 24 años al momento de morir y con una estatura de alrededor de 1.59 metros. Para llegar a estos resultados se tuvieron en cuenta trabajos de investigación antropológica desarrollados con anterioridad sobre la base de valores métricos y morfológicos en huesos humanos.


Foto R. Viera
Cráneo restaurado

La región donde se encuentra este importante asentamiento ha recibido el impacto generado por el hombre y aun hoy este sitio arqueológico se encuentra prácticamente desprotegido. Tanto los factores naturales como humanos han influido de manera importante en su deterioro y esto se hace evidente en los restos humanos excavados en el lugar en el año 2009. Concientizar la relevancia histórica que encierran lugares como estos constituye un aspecto clave en la preservación de nuestra herencia cultural.


Foto R. Viera
Vista parcial del esqueleto

Actualmente es posible apreciar todos los elementos recuperados en esta excavación en la sala dedicada a la Arqueología con que cuenta el Museo Memorial El Morrillo, donde además se exhiben piezas de gran importancia descubiertas en otros sitios arqueológicos de la provincia de Matanzas.



Addendum-Nuevos datos:

Hoy nos dignamos de poder hablar con un poco más de detalle sobre este individuo. Gracias a las investigaciones y análisis químicos que hemos realizado en sus huesos, sabemos cual fue el momento de su muerte y tenemos una buena aproximación de su dieta. La fecha la adquirimos a través de un fechado de radiocarbono, cual indica que esta aborigen murió y fue enterrada entre 1420 y 1523 AD, posiblemente en los albores de 1496 AD, segun el promedio estadistico del fechado. El analisis de isótopos estables sugirieren que este individuo tuvo en las ultimas decadas de su vida una dieta mixta, pero alta en proteínas de origen marino o de rio, que indican la explotación de los ecosistemas costeros, cual es comparable a algunas comunidades no agroceramistas y agroceramistas de esta zona matancera y otras en las Antillas.

Aquí invitamos al lector interesado a que lea nuestro artículo al respecto, donde aportamos más información.

Orihuela, J., R. A. Viera Muñoz, y L. Pérez Orozco (2017). Contribución a la cronología y lapaleodieta de un individuo aborigen excavado en el sitio arqueológico El Morrillo (Matanzas, Cuba). Cuba Arqueológica X (2): 16-31. 


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